RELATOS de partos (Testimonios)


En esta página iré plasmando las experiencias de algunas mujeres que han sido acompañadas por mí durante su embarazo, en su parto, en su lactancia, en procesos de maternidad... 
Algunas han querido relatar sus vivencias en primera persona y plasmar estas historias en mi blog.  Otras han preferido que lo hiciera yo de mi propia mano.
El objetivo es que otras mujeres lleguen a conocer el por qué tomaron esa decisión y cuáles fueron los resultados.

Comenzaré con el testimonio del nacimiento de mi nieta Naia y aunque yo no era doula "oficialmente",  sí lo era en mi corazón.. No lo contó mi hija sino que lo hice yo en otro blog donde escribía entonces ya que no había comenzado a publicar en este mío. 

Las que aquí aparecen, quieren compartirlas con vosotras, por tanto cuento con su permiso… Las que no lo han hecho, también están en su derecho. Gracias a todas ellas. 



Naia, agosto de 2009 
Leer relato completo El parto de mi hija Laura

Me gustaría relataros el parto de mi hija Laura, por supuesto con su consentimiento. Comienzo diciendo que yo siempre he querido estar presente en un nacimiento, pero el destino no me lo había permitido hasta ahora.

En 1987 mi hermana quiso que la acompañara en el parto de su hija. Estuve con ella en la sala de dilatación de una clínica privada, pero se complicó y terminó en cesárea. Y en 2004, mi otra hermana me ofreció el ver nacer a su hija, pero una preeclamsia lo impidió y le practicaron una cesárea de urgencia. Y en el nacimiento de mi primer nieto, por otras circunstancias, no pude estar. Así es que mi gran deseo permanecía frustrado.

Laura se quedó de nuevo embarazada y en esta ocasión sí que iba a estar con ella cuando naciera su hija. Fue un momento de gran alegría cuando me lo dijo pero también me sentí atemorizada por si no era capaz de  contener la emoción llegado el momento...

...Aunque ella estaba más calmada, lo cierto es que a partir de la semana 38, por las noches creía que había llegado el momento porque empezaban las contracciones más continuas, pero al llegar el sosiego del sueño nocturno, se paralizaban. El día 4 por la tarde, las contracciones eran más fuertes y aún así, se fue con sus hermanos a pasear después de cenar. Sobre las 3:30 h de la madrugada me despertó: “mamá, que ya nos vamos”...

Confieso que a pesar de que confiaba en que todo iba a salir bien, me invadió el temor. Durante el viaje íbamos charlando y Laura estaba muy serena, sus contracciones eran cada vez más fuertes y más seguidas –cada 3 minutos-  y ella empezaba a sentir el momento que estaba por venir. Viendo su estado le comenté que era posible que ya hubiera alcanzado algunos centímetros de dilatación y que ésa era una parte del camino que habría adelantado...

...Como las contracciones eran cada vez más fuertes y más rápidas, la matrona le aconsejó que se diera una ducha calentita. Yo le echaba el agua por la zona lumbar que en ese momento ya le estaba molestando bastante y de repente me dijo: “¡tengo ganas de empujar!”...

...Entonces me di cuenta de que iba muy rápida y salí para llamar a las matronas.
Bajamos al paritorio y Laura se colocó en la gran pelota que allí había para relajar la zona del perineo pero el parto estaba muy acelerado y la matrona le preguntó CÓMO QUERÍA PARIR...

...Mi hija se metió en la bañera con agua caliente que le relajó al momento. Su marido estaba en todo momento pendiente de ella: la abrazaba, la besaba, le ofrecía bebida isotónica. Yo estaba callada, expectante, poniendo la consciencia en el momento que estaba viviendo...

Una de las matronas, Nuria, le tomaba el latido cardíaco a la niña. Todo seguía bien y muy rápido. Comenzaba el momento del expulsivo y Ágata, su matrona le controlaba con un espejo y una linterna a través del agua. Entonces vi cómo rompía aguas y cómo a continuación se veía el pelo de la niña.

Unos empujones más y a las 9:25 de la mañana nació Naia.

Preciosa, muy grande, rosadita… y entonces mi hija, Laura, lloró de alegría. Se la puso al pecho enseguida, pasado el tiempo justo su papá le cortó el cordón umbilical, Raquel la cogió para atenderla y mi hija se colocó en una especie de “chaise-longue” donde la matrona terminó de arreglarla.
Pasados unos 30 minutos Laura subió a descansar en su habitación...

...Tras acabar el parto, me comentaron que habían asistido a muchos, como era lógico, pero que en pocos habían observado tanto amor, tanta comunicación y ternura. A una de ellas, cuyo nombre no voy a decir, le saltaban las lágrimas cuando lo comentaba. Y me aseguraron que sabían que no era fácil para una madre ver parir a su hija… sin derrumbarse...

...Como he comentado anteriormente, yo me mantenía alerta e intentando pasar desapercibida. Sólo en un momento del expulsivo, cuando vi a mi hija ya muy cansada le dije unas palabras que me salieron de lo más profundo de mi corazón: “ahora Laura, comunícate con tu hija y dile que esté tranquila, que todo va bien, que su mamá la cuida y que no tema en salir”.

Algo instintivo me dijo, desde el primer momento, que mi presencia y mi apoyo servirían para ayudar a mi hija, a que el parto se desarrollara más rápido y mejor que cuando nació su primer hijo. Y me gusta pensar que así ha sido,  sin ningún tipo de arrogancia.

Esta es la narración de unas emociones. Y viendo las fotografías, entenderéis la profundidad de estos sentimientos míos que os acabo de contar.

Doy gracias a la Vida por esta oportunidad que me ha dado. Y quiero agradecer a mi hija, con todo mi amor,  haber confiado en mí y permitirme compartir con ella este momento tan íntimo.

E.L. Adrián, julio de 2010

"Durante los nueve meses tuve la suerte de ser acompañada por Concha. Con ella me sentía comprendida y reafirmada, lo cual fue muy importante para mí ya que mis padres no compartían mi visión sobre el embarazo y sobre todo no compartían ni entendían la manera en  que yo quería parir a mi hijo. Por suerte tengo una pareja maravillosa con la que fui cogidita de la mano en estos nueve meses, siempre de acuerdo y con un alto grado de compenetración. Y además la tenía ella que en su papel de Doula supo mantenerse siempre a mi lado, Podía hablarle de cualquier cosa, de cualquier miedo y ella sabía cómo ayudarme. Me sentía en sintonía con ella. Es una mujer dulce, cariñosa, sincera…Sabe contener en la medida en que tú lo necesitas. Te ayuda a encontrar en ti la valentía, el coraje, la autoconfianza que necesitas…

En el momento del parto por ciertas circunstancias no estuvo presente pero sí permaneció a nuestro lado en las primeras contracciones, con cariño y con amor me sostenía. Llegado el momento supo dejarnos solos y al final mi hijo nació como él quiso.

Por muchas cosas le doy las gracias, por su apoyo incondicional, por su empatía y por todo su amor y ternura. Porque es una mujer llena de vida, conectada a la naturaleza del ser femenino y con mucho que enseñar" 
                              

R.G. Mónica, octubre de 2012
“Cuando pienso en todo lo que ha pasado y cómo ha pasado, todavía se me ponen los pelos de punta. El parto de Mónica ha sido como un regalo del cielo, pero no ha sido un regalo, no, ha sido un trabajo largo e intenso.

Mis dos partos anteriores fueron provocados, yo tengo ciclos largos y mis embarazos son largos, con fecha corregida, aún así me plantaba en la semana cuarenta y dos. Ni señales del más mínimo movimiento y, claro, al tratarse de partos hospitalarios de ahí no te dejan pasar.

Esa experiencia no lo quería repetir por nada del mundo, yo quería sentir lo que era ponerse de parto, que mi hija decidiera cuándo quería nacer porque ese es el momento exacto, sentir el poder y la fuerza de mi cuerpo pariendo, confiaba plenamente en mi capacidad para hacerlo y esta vez tenía que ser así porque era mi última oportunidad.
Lo que realmente me preocupaba, más que dónde parir, era el ponerme de parto yo sola, si me ponía yo sola sabía que al hospital llegaría en el último momento.

Siendo yo psicóloga, hice un largo camino junto a mi Doula: reafirmar la confianza en mi misma, en mi capacidad como mujer y como mamífera de parir, con visualizaciones, del embarazo y el parto, trabajo intenso de “la niña herida”, afirmaciones, relajaciones y hablar, y hablar y hablar… y divagar  y divagar… y soltar, y soltar, y soltar… y muchas más cosas.

Concha llevaba mucho tiempo diciéndome que hasta que no supiera la nota, Mónica no vendría, yo tenía que dejar todo zanjado para su llegada y estar a su entera disposición… y así fue.  Dos días después de todo esto, cuando las hormonas del estrés y los nervios empezaron a mermar Mónica dijo que era su hora…

Cogí la pelota y empecé a mover la pelvis, seguí paseando hasta que decidí que llegaba el momento de vestirme. Las contracciones ya me obligaban a agacharme y mi cabeza empezaba a estar en otro planeta, fue cuando Javi llamó a Concha, él registraba las contracciones, duración e intervalos y mientras mi querida Doula me hablaba y me transportaba a mi playa, la que durante meses habíamos estado visualizando, lo recuerdo como entre sueños, era tranquilizador y relajante.

Creo que nunca voy a sentir nada igual, el empoderamiento que sentí al tener a mi cría entre mis brazos, después de una experiencia tan bestial, animal, salvaje, indescriptible con palabras. No necesitaba nada ni a nadie, yo podía parir sola, me sentía con total confianza, no tuve miedo en ningún momento, sabía que todo estaba bien. Mi tiempo junto a Concha había dado sus frutos.

El paso de mi Doula por nuestras vidas ha marcado un antes y un después,  vivir una experiencia de forma tan intensa como yo viví mi parto, rompiendo mis propios moldes, tenía que dejar huella. Ha sido una experiencia enriquecedora, no sólo el parto, sino todo el proceso de acompañamiento durante el embarazo, de crecimiento personal, de empoderamiento. A raíz del nacimiento de mi hija me enfrento a la vida desde otra perspectiva.
Por eso Concha siempre va a formar parte de nuestras vidas, nos unen muchas cosas y siempre hemos tenido un feeling especial, algo con lo que conectamos. 

Siempre he dicho que para mí ella es LA DOULA, todo lo que representa, una mujer con un bagaje, con una experiencia vital, conectada con la vida, con la tierra y con el Universo, madre de tres hijos y abuela de otros tres nietos a los que adora.
Además no es casual que la vida le está llevando por el camino para el que está hecha, “su camino”, lleno de experiencias, todas enriquecedoras, que seguro la devienen en una mujer cada vez más sabia, si cabe

De nuevo gracias Concha, mil veces gracias, siempre gracias.  Te queremos. Ruth y Mónica".

A.S.   Mara, septiembre de 2012
Leer relato completo  Mi PARTO deseado

“Yo me sentía pletórica, feliz. ¿Te acuerdas Concha cuando te lo dije después de la reunión en la asociación de lactancia? ¡Qué afortunada soy! Siempre recordaré las palabras que me dijiste y que me sirvieron para reafirmarme en lo que yo sentía y darme fuerzas para continuar con este especial embarazo. 

El contar contigo en este periodo de mi vida ha sido un regalo inolvidable, desde aquel día en las escaleras de Sina,  hasta el día y momento del nacimiento de Mara, cuando hablábamos por el móvil. ¿Te acuerdas? ¡Qué hermoso! Aunque no estuvieras conmigo físicamente en la sala de partos, lo estabas conmigo energéticamente.

Sentada, sin correas, sin episiotomía, consciente y con las hormonas en pleno apogeo, escuchando y sintiendo en cada contracción cómo bajaba Mara y se abría mi flor de loto cantando AAAAAAA…. Y cuando creía que ya no podía más, que me partía de dolor, la matrona me dijo que ya estaba allí “Coge a tu Mara, sácala y tómala en brazos…”

¡¡El momento más emocionante de mi vida!! ¡¡Dios, qué sensación tan maravillosa en mi cuerpo y mi alma!! Cogerla por las axilas, sacándola de dentro de mí y ponerla sobre mi cuerpo…Eran las 22:15 h. 
Después de dos horas los tres solos, subimos a la habitación… recuerdo que te llamé y te di las gracias, y a todas las mujeres que me habían dado fuerzas y me habían ayudado con su sabiduría. Estaba eufórica, con un chute de energía que no había tenido en mis otros dos partos. Cuando me levanté de la cama pude ir al baño, pude andar, no me dolía nada… ¡qué maravilla la sensación de estar entera, sin cortes…!

No tengo suficientes palabras de agradecimiento, eres MI DOULA, mi confidente, mi amiga, mi madre, mi pilar en esta etapa de mi vida.  Sin ti no hubiera llegado a suceder lo que sucedió. Tú me diste la fuerza y despertaste en mi la sabiduría para continuar hacia delante con unas ganas que nunca antes hubiera imaginado.                                

L.F.  Irene, noviembre de 2012
"Quiero compartir mi experiencia de embarazo, parto y puerperio junto a una Doula, pues para mí ha sido una experiencia maravillosa.

Conocí a Concha aproximadamente un año antes de concebir a mi niña. Asistí a una charla sobre Doulas en el centro de salud de un pueblo vecino. Al acabar, recuerdo que pensé: me encanta cómo habla, qué dulce, qué segura…Yo quiero parir junto a ella...
ESTABA EMBARAZADA y me puse en contacto con ella. Acordamos que al aparecer las primeras contracciones la llamaría, ella acudiría a mi pueblo pues queríamos alargar al máximo la dilatación en casa para evitar un ingreso prematuro en el hospital.

Cada vez me sentía más segura, cómo dice Concha, más empoderada...
...Realmente su compañía me calmaba. Ingresé sobre las once con contracciones rítmicas cada ocho minutos. Hacia las cinco de la mañana empezaron las contracciones “de verdad”. Había conseguido dormirme pero éstas me despertaron, vaya que si lo hicieron. Desperté a Concha, aunque no estoy segura de si pegó ojo...

... Sin duda, mi epidural era mi Doula. Empecé a temblar y vomitaba. Concha me explicó que era normal y me animó a meterme debajo de la ducha. Qué maravilla, pensé, qué alivio sentía mientras mi Doula me rociaba con agua bien caliente la espalda. Lo estaba haciendo bien, pero estoy segura que sin ella hubiese sido otro cantar...

...A partir de este momento, tengo grandes lagunas en mi memoria. 
Mi Doula me animó a levantarme, a caminar y a hacer sentadillas, recuerdo que me dijo que quedaba muy poco para conocer a mi pequeña y entonces, reaccioné y me levanté, fui al baño a vomitar y comencé a llorar. Levanté la vista y vi la cara de mi Doula, me rodeó con sus brazos y con mi cara entre sus pechos me dijo: “lo estás haciendo genial preciosa y no sabes lo guapa que estás”. Rompí a llorar de alegría.

...Por fin, mi hija asomó la cabecita y de repente, todo el cuerpecito fuera.  Sentí su olor a vida, la tibieza de su cuerpo... se paró el tiempo.  Al cabo de unos minutos, el cordón dejó de latir y dije con alegría que fuera la tía Concha quien lo cortara. Y así lo hizo, emocionada le dio la bienvenida a la Vida. Alumbré la placenta y me curaron unos pequeños desgarros superficiales. Ni me enteré, ¿dónde había quedado el dolor, el cansancio y el sufrimiento? ¡Qué momento más mágico!.

Desde mi experiencia, invito a todas las mujeres a buscar su Doula. Ella me recordó la fuerza de las mujeres, la sabiduría de nuestros cuerpos y esa inteligencia Superior que se expresa en cada aliento de vida. Me ayudó a convertirme en MADRE y me recordó cómo volver a sentirme HIJA".   
                       
                        
L.S. Iara, diciembre de 2012
Leer relato completo  Relato de mi PARTO

"…Una luz en mi camino, que también había elegido el mismo Hospital,  me animó en la elección y me habló de que ella tenía una Doula, una figura que yojamás había oído de su existencia y me quedé con la historia y con la fuerza y tranquilidad que me transmitió esta chica.  Tras meditarlo decidí llamar a la Doula de Laura. 
Tuve el parto que yo quería natural, feliz, con alegría y amor en todo momento. Ahora me siento una mujer más fuerte y empoderada que antes y me gusta recordar mi parto, a veces hasta me río sola de muchos momentos graciosos, me encanta la fuerza y la mamífera-animal que saqué de mi interior. Fue mágico y poderoso…

Agradezco a Concha, por toda su sabiduría, fuerza, ternura y por el apoyo emocional y espiritual desde que la conozco. Y a Laura Fabra por haberse dirigido a mí y por la recomendación de contactar con una Doula".   


R. B. Izan, julio de 2013

 “No sabía qué era una Doula y fue mi maestra de Reiki quien durante mi embarazo me habló de esta figura de mujer.  Le hice muchas preguntas y decidí buscar a una porque quería ser consciente y conocedora de todo lo que me pasaba durante el proceso, quería saber donde dar a luz de la forma más natural, pues era una de mis preocupaciones.  Tenía claro que no quería una cesárea, y tras la pérdida de mi primer bebé, quería que este fuera MI EMBARAZO.

Conocí a Concha, mi Doula, buscando por Internet.  Cuando nos encontramos me pareció una mujer con mucha experiencia, que era lo que yo buscaba.  Una mujer que fuera madre y que supiera de lo que hablaba. Mi Doula me transmitía mucho cariño…
 Lo que más me gustaba de ella era su sinceridad, que tenía respuesta para todo con datos fiables, las múltiples opciones y posibilidades que me ofrecía... pero sobre todo, su atención.

A la hora de plantearme el parto mi marido no quería acompañarme. Yo no quería que entrara ningún familiar y tras el contacto constante con mi Doula decidí que era la mejor persona para que me acompañara porque me daba mucha confianza y paz.  Sabía que con ella a mi lado iba a estar atendida y que lo hacía con mucho amor… más que por el dinero.
Después de comentarlo con ella supe que era lo mejor. Mi pareja me apoyó,  y mi madre y mi suegra entendieron que mi opción era esa.  Era mi decisión por la sabiduría y el trato que recibía de ella.
Durante el proceso de parto me sentí muy cómoda. Y SEGURA. En todo momento me acompañó y estaba pendiente, al principio durante unas horas en casa, de las contracciones. Cuando llegamos al hospital se ocupó lo primero en buscarme una pelota y cuando comenzaron las contracciones fuertes, empezamos un baile juntas… fue inolvidable.
Además se compaginó muy bien con mi marido, el cual me dio su cariño y apoyo incondicional y me vino genial tenerlos a los dos, cosa que no había imaginado nunca. Cuando me ofreció pasar a la ducha fue un momento para mi mágico, luego me trajo avellanas para coger energías. Cuando pase a dilatación estuvo en todo momento pendiente de mí,  de los monitores y del ritmo cardiaco del nene…. 

Sé que sin ella a mi lado no hubiera aguantado todas las horas,  esas 43 horas de trabajo desde las primeras contracciones hasta que nació mi hijo.
Ahora recomiendo una Doula siempre que tengo oportunidad, es más recomiendo a Concha, mi Doula a las mujeres embarazadas que tengo cerca.
Creo que ha sido la mejor inversión para mí y para mi hijo, de hecho quiero formarme como Doula y poder ejercer algún día…”


C.C.  Noah, mayo de 2013
"En mi segundo embarazo contacté con una Doula porque en mi primer parto no me había enterado de lo que me hubiera gustado enterarme, había sido medicalizado, intervenido.  Y en esta ocasión quería parir a mi hijo de forma consciente y sin medicación alguna.
En el centro de salud que me correspondía no encontré una profesional que me gustara y tampoco sabía si podría atenderme emocionalmente cuando lo necesitara… y en el hospital, me tocaría una matrona totalmente desconocida y con la que tampoco sabría cómo me iba a relacionar.
Quería una persona a mi lado con quien hablar siempre que me apeteciera, quien me escuchara sin juzgarme, quien me gratificara con su presencia en el momento la necesitara. Quien apoyara mis decisiones y me facilitara la información complementaria que iba necesitando. Sin consejos gratuitos y sin ánimo de salvarme de nada…
Mi decisión fue en todo momento informada, consciente y respaldada con el apoyo de mi marido.
Este es el relato de mi parto, del nacimiento de mi hijo Noah.
Carol Castillo.

 “Sentir, eso es lo que yo quería en mi parto, en el nacimiento de mi hijo Noah, y así fue.

“Llegó un día sobre los cuatro meses de embarazo que decidí con quien quería estar el día que mi hijo decidiese nacer y sería en compañía de mi Amama, quería que ella me acompañase a seguir el camino y que mi marido y mi madre estuviesen apoyando y cuidando de Eric mientras yo ayudaba a Noah a nacer.
Gracias a toda la conexión que tuve en mi embarazo y a resolver dudas que se me planteaban he comprendido muchas cosas de la vida, me siento más mujer, más madre, más hija, más persona.

...No sé qué hora sería, era ya 30 de Mayo y los días alargan mucho, todavía era de día. Llegó mi Amama, pude hablar con ella y se puso manos a la obra. Montó mi altar, apagó las luces y puso dos velas, la pequeña y la grande, cerró las cortinas y acabó de acondicionar lo que yo necesitaba. Entonces me sentí llevar todavía más…
Creo que mi Amama seguía “controlando” mis contracciones, no sé ni cómo, ni si las apuntaba… y desde ese momento floté más todavía.
Ella me hablaba cuando lo necesitaba sin yo decirle que lo necesitaba, no recuerdo que me decía pero sé que era como mi “Pepito grillo” al que yo había elegido durante todo mi embarazo sin darme cuenta cómo Noah quería nacer.
Sentí que ella en algún momento también escuchó a Noah...

Mientras Amama entregaba los papeles recuerdo que me cogí al mostrador de recepción del hospital deseando que me llevasen donde fuese pronto para poderme tirar por el suelo, saltar, bailar y seguir en mi mundo.
En la sala estaba con mi Amama,sentía como apretaba algo dentro de mí, presión, fuerza, mucho dolor, pero un dolor bueno, difícil  de explicar, recuerdo que mi Amama me cogió la cara para que la mirara y me dijo “Noah ya está casi aquí”.
...Me desgarre un poco, la matrona me cosió. Estaba temblando, no podía parar de temblar pero estaba tan feliz! Mi Amama me dijo que su trabajo había terminado, le mire a la cara y me sentí orgullosa de haberla elegido. Alejandro me hizo una foto con ella y con mi hijo Noah. Le di las gracias, ella me dio las gracias a mí y al personal del hospital y se fue.

De buena mañana , el viernes, vino mi Amama de nuevo, estuvimos hablando un rato para ver que tal me sentía, no recuerdo qué hablamos porque yo seguía en la nube pero me volvió a alegrar tenerla a mi lado y volví a sentir la buenísima elección que había hecho de elegir a una doula y sobre todo a ella.

A Concha, mi Amama Doula, por hacerme sentir más mujer todavía, por enseñarme y dirigirme a escuchar las voces de mi interior que sin ella no las habría oído y por acompañarme al destino que yo deseaba.
Gracias por todo lo vivido y aprendido con vosotras. Me siento más llena cada día”.

Febrero de 2014
Leer relato completo  El agradecimiento de unos padres

"¡Hola Concha!

Hace tiempo que quería escribirte la experiencia que tuvimos cuando te necesitamos, pero siempre me pongo a hacer otras cosas! Así que ahí va...

Contactamos contigo a través de mi amiga Elvira., ella había tenida un parto natural y una lactancia muy buena con su niña, así que era un referente para mi, pues mis amistades no lo habían hecho o no me transmitían confianza.
El tercer día de la lactancia el dolor de los pezones era insoportable y recurrimos a mi amiga Elvira quien nos recomendó hablar contigo. Al día siguiente ya estabas en casa, desprendías una paz y una tranquilidad que enseguida  nos relajamos ¡Fue maravilloso charlar contigo, despejar dudas y aclarar decisiones! Al fin y al cabo no lo estábamos haciendo tan mal… Realmente un alivio el hablar con una persona que te comprendía y que escuchaba sin interrumpir para dar su opinión ¡como venían haciendo las abuelas! Solo era una mala postura al amamantar y quedó solucionado inmediatamente.

Tus palabras han sido valiosísimas para nosotras y, aunque continuo lidiando con mi madre, me lo he tomado de otra manera.
Recomiendo a todas las mujeres que tengan un acompañamiento por una Doula, sobre todo para sobrellevar mejor la maravillosa experiencia de ser madre.
Muchas gracias por todo Concha.
Besazos de Àngela, Óscar y Leticia"


E. L.  Vera, agosto de 2014
Leer relato completo El nacimiento de mi nieta Vera

Relato el nacimiento de mi nieta Vera con el permiso de su madre, Esther.  En esa ocasión y aún siendo su abuela, mi intención siempre fue actuar como doula y acompañarla desde mi práctica y experiencia en estos menesteres, ya que para eso se confió a mi desde que supo de este nuevo embarazo.

“Estábamos en la casa familiar del pueblo y ella permanecía sola en su nido, casi en penumbra, en la habitación más alejada de todas, en medio del huertecillo. Se la había decorado con los elementos que cuidadosamente había escogido: unas velas, una lamparita con una suave luz roja, la mariposa que le dibujaron sus compañeras durante un precioso ritual... la pelota, su música, sus piedras de colores, su péndulo... aquello con lo que se sentía a gusto...

…Esther comenzó a tener ganas de pujar a los pocos kilómetros de salir de casa. A cuatro patas en el asiento de atrás, vocalizaba, gemía, gritaba... se mostraba como la maravillosa mamífera que es, como cualquier mamífera a punto de parir a SU cría...

…Vera estaba sobre el pecho desnudo de su padre, ambos piel con piel envueltos en oxitocina…   Eran las diez de la mañana y ya en la habitación, bajé a comprarle una napolitana de chocolate…

En varias ocasiones he comentado que NO todas las mujeres necesitan una Doula. Pero cada vez estoy más convencida de que, hacer un viaje bien acompañada es mucho más agradable y seguro, para la madre y para el bebé

Porque si realmente se conociera la fisiología de una mujer embarazada, del proceso de parto y de la lactancia, todas estas personas, incluso las que justifican una cesárea innecesaria, sabrían que una mamífera (y la mujer lo es) para parir, necesita una situación concreta: intimidad, privacidad, seguridad, no sentirse ni observada ni invadida, algunas incluso necesitan soledad, que se respeten sus tiempos… añadido a una buena información y un trabajo personal de concienciación y de conexión con el bebé que nacerá. Y el embarazo es el tiempo para todo esto ya que llegado el parto, lo que no se ha hecho,  se queda por hacer”. 

                      
T.T.  Kira, octubre de 2014

Este es el relato de Tatyana Turchyna. Cuando me llamó por teléfono noté en su voz de mujer extranjera, tal firmeza y seguridad en lo que quería que fue imposible negarle mi acompañamiento.
A día de hoy nuestra relación continúa casi como si fuéramos de la familia. Tal vez al no tener ella a ningún familiar cerca y  nosotros haberle abierto las puertas sin condiciones, ha hecho que ella se sienta acogida y mi familia y yo, nos sintamos satisfechos con esta relación.
Saber de otras historias nos da la oportunidad de abrir la mente, de eliminar prejuicios, de ensanchar el corazón y de sentirse bien, especialmente con una misma.

"Me llamo Tati y soy de Ukrania, aunque llevo muchos años en España.
Me quedé embarazada y al no tener familia cerca sentí miedo y desconocimiento respecto a cómo me iba a enfrentar al proceso…

…Contacté con Concha para ver qué disponibilidad tenía y le pregunté por hospitales que tuvieran protocolos de parto respetado pues tenía malas experiencias hospitalarias de cuando era más joven y me aterrorizaba el trato que pudiera recibir…
...Por entonces estaba embarazada de ocho meses.  Llegué a Valencia a mi primera cita con la que sería mi Doula. Y me recibió en el portal del domicilio de la novia de su hijo, donde pasaría los próximos meses…

…Yo estaba emocionada, expectante…

Lo primero que hicimos fue ir al distrito de zona del Ayuntamiento para empadronarme y comenzar a mover los papeles para el Hospital.  Me sorprendió la amabilidad a la hora de facilitarme las cosas de la familia de María, la nuera de Concha,  que siendo personas desconocidas no pusieron ninguna traba. Mi Doula les había explicado la situación en que me encontraba. Esta mujer, Concha, iba a resultar más que una Doula…
…Pasado el fin de semana fui al hospital a llevar los papeles que me habían solicitado. Me recibió el jefe del servicio de Ginecología, le comenté que tenía a una Doula y que estaría conmigo en el parto, y él me dijo que la conocía personalmente. El trato fue muy especial, me preguntó cómo fui a parar allí, no comprendía por qué si, según él no hacían nada especial a otros hospitales...  Y sí que lo hicieron…
…Una vez los papeles en regla, ya pude relajarme. Los días en casa de María y de Pau transcurrían con mucha tranquilidad, me sentía relajada, cuidada, me preguntaban si necesitaba algo, me preparaban  la comida, me incluyeron como si fuera de su familia. Sentía amabilidad, atención, cariño…

…Quedé en varias ocasiones con Concha para hablar sobre cómo me sentía, para hablar sobre el parto que yo quería. Tenía claro que no quería intervención alguna, ni epidural, ni medicación. Quería que mi Doula estuviera a mi lado en el parto, pues mi pareja no quería estar y yo lo había asumido y respetado…
…Amama Doula en todo momento estuvo a mi lado. Me trajo arcilla para rebajar la presión en las piernas y por indicación mía consultó con una homeópata quien me recomendó un tratamiento indicado que me fue muy bien...
…Rompí aguas a las doce de la noche del miércoles 29 a jueves 30 de octubre, tras haber estado trabajando desde mi ordenador portátil.
Se lo dije a María quien estuvo conmigo aportándome calma, fue ella quien llamó a su suegra, mi Doula,  para decírselo.  Vimos que las aguas eran claras y María y Pau controlaron un tiempo mis contracciones, que eran muy espaciadas y todavía indoloras. Llamé al padre de mi hija para decirle que había llegado el momento pero que no cogiera el coche de noche… que viniera al hacerse de día…

…Gorka llegó a mediodía y nos fuimos a dar una vuelta. Me volví a casa en el momento las contracciones comenzaron a ser más fuertes.  Y me encerré en la habitación para no salir hasta la hora de irme al hospital. Mi Doula la había acondicionado... las persianas bajadas, la pelota, las mantas, una velita como toda iluminación…
…En mi pelota y enrollada en una manta, me olvidé del mundo. Las contracciones eran fuertes y seguidas. Yo vomitaba, mi Doula me decía que era normal...
Fue mi Doula quien le dijo a mi pareja que me cogiera para marcharnos pues me negaba a salir de mi planeta, me sentía muy sensible a todo lo externo…
…Me quedé en la sala de dilatación con mi Amama al lado. Me pusieron los monitores para ver cómo estaba mi bebé y controlar la frecuencia de las contracciones. Me sentí agobiada, necesita quitarme las correas y caminar, moverme...

Estaba en el momento final. Me senté en la sillita. Nuria delante, de rodillas. Diego, un auxiliar que estuvo aguantándome físicamente con la fuerza de sus brazos mientras yo pujaba, me sujetaba por la espalda y hombros. Y mi Doula, a mi lado, dándome la mano…

…Doula, matrona y auxiliar, son equipo de tres grandes profesionales que con cariño y amor la dieron la bienvenida a mi hija.

Ahora hace un poco más de año y medio. Al recordar todo estoy reviviendo otra vez. Estoy llena de emociones muy agradables. Me siento muy feliz y afortunada por poder tener un parto así, como yo deseaba: escuchada, respetada, acompañada por quien quería, atendida en todos momentos y en todos detalles. Y todo esto gracias a mi Doula, Amama de mi hija. Sin ella seria todo distinto, ¡no quiero ni imaginarme lo que podría pasar!

Concha, en alguna ocasión ya te dije y vuelvo a repetir, que gracias a personas como tú aparecen ganas de tener hijos. Y si algún día me quedo embarazada otra vez, (ahora teniendo experiencia, mas conocimiento y mucho aprendido!) aun así, sin ninguna duda voy hacer todo lo posible para que me acompañes en todo proceso otra vez. Fue muy importante tu acompañamiento para mí antes de parto, en el parto y postparto, que dura hasta día de hoy. Gracias Doula!"


B.Ll.  Pau, mayo de 2015

"Durante mi tercer embarazo, mi convencimiento de dar a luz en casa me ha llevado a buscar lo que en mi interior necesitaba para poder atravesar ese proceso. En el camino encontré a personas que me enseñaron el valor transformador del subconsciente, de la palabra, de la compañía. Decidí que ella sería una de las personas que me acompañarían en ese proceso. Nunca imaginé cuán importante sería para  mi su presencia y su energía...
El día 9 de mayo pasó y yo me sentía muy impaciente, irascible, no me soportaba a  mi misma ni a nadie que se atreviera a mandar un infernal mensaje de  móvil para decir: “¿cómo estás?”  Cuando en realidad querían decir: “¿vas a parir ya o qué?”.

...De repente un golpe seco… ¡Pumm! y me despierto, ¡ostras! creo que he roto aguas, me levanto de la cama para confirmar que el líquido que resbala entre mis piernas es líquido amniótico.
...De 8 a 9 h. de la mañana las contracciones son soportables, cada  5 minutos la mayoría, alguna cada 6, otras cada 3 o 2 minutos.
Bueno, hoy es el día. Empiezan las contracciones, suaves como las noches anteriores. Informo a las matronas del acontecimiento, pero no me quiero emocionar, no vaya a ser que con eso de que es de día la cosa se pare, pero como las contracciones continúan, le mando un mensaje a mi doula para que esté preparada pero sin prisas… a ver cómo va esto.
...Decido meterme en la ducha, más por refrescarme que por el calorcito que se supone mejora las contracciones, ¡Uff! en la ducha ya duelen, me pongo de cuclillas, ¡oh! ésta ha dolido. Cuando salgo de la ducha, otra contracción, me tiro al suelo…. ¡Uff!
...Me voy a la habitación, enciendo la lámpara de sal y cierro las cortinas, mando un mensaje a las matronas, esto va rápido… llamo a mi doula: “ya estoy en la puerta” me dice, ¡Uff menos mal!
...Hay un momento de confusión, sé que me subo a la cama pero luego me pongo de pie… de repente y sin haberme dado cuenta de nada mi doula me coge las manos…. Comenzamos a bailar… ¡Qué danza!... un suave balanceo que me mece como el mar…. ¡aaaaaaaahhh! y hacemos círculos con las caderas… Bendita danza… es hasta placentero… Cierro los ojos para no volver a abrirlos.  Me voy lejos, sin mover mis pies anclados en el suelo...

...De cogerle las manos paso a cogerle las muñecas y las olas se hacen más grandes, intensas… cuando creo que ya me han atravesado toda entera, aún continúa un poco más… ¡Concha, duele mucho…!  Déjate llevar,  me dice… fluye con la ola…. Y en mi mente está MI flor, esa que tantas veces he visualizado en mi vagina… abriéndose… ¡Ábrete...!  me grita la mente.    Y me dejo llevar…
...En un momento mi pilar cambia, los brazos de Pablo me sostienen. Ahora veo a mi hombre de otra manera… ese día ES mi muro… un muro que sin hablar lo dice todo tan sólo haciendo una cosa… estar ahí sosteniéndome. Sus brazos se convierten en mi sostén durante varias olas, pero sé que mi doula no está lejos, está detrás de mí, abanicándome y avisando a las matronas de que vuelen…

...Quiero ir al baño, tengo pis y con toda el agua que estoy bebiendo no puedo aguantar… oigo a Concha desde la habitación “Bea, ¿estás empujando?” ¡No lo seeeee…!
...Vuelvo con mi muro que me besa dulcemente… Oxitocina… Oxitocina…
...Noto algo duro moviéndose en mi interior, se que es la cabeza de Pau bajando.  Las piernas me flaquean, ya no puedo estar de pie, me pongo en mi cama a cuatro patas… Duele… ¡¡Aaaaaahhhhhhh!!

...¡Ayy! ¡Concha estoy empujando…! Muevo una de mis manos y busco la suya... ahí está… Me recuerda a la mano de una madre, con la piel suave que da la madurez.  Mi madre no está aquí conmigo pero esa mano ES la de una Madre…

...De repente… sólo siento presión, una presión muy fuerte, mis sonidos son una mezcla de gritos, quejidos  y oigo a la matrona: “Bea, ya está, tócale la cabeza”  ¡Mi chico, mi niño, qué suave…!  Mis sonidos dejan de doler y el amor se apodera de esa habitación “Cógelo que te lo paso” y su cuerpo se escurre de mi interior para llegar a mis brazos, suave, caliente, no llora, está perfecto.  
A las 10:31 h de la mañana, mientras la Xeperudeta sale de su casa y la fiesta comienza, Pau llega a mis brazos para quedarse. 

...Lo he hecho, lo he conseguido, he vencido el miedo, la expectativa, soy grande, poderosa. SÍ, yo, la que se traga las lágrimas si ve a sus hijas pasarlo mal, la que se desmoronó como un castillo de naipes cuando su otro bebé se puso las alas para que Pau llegara a esta vida.
...Y me siento en mi cama, casi sin creerme qué ha pasado. Mi doula me da un beso en la frente, “Lo has hecho, lo has conseguido! ¡Todo está bien! aún resuenan sus palabras en mi mente...

...Sin ti lo habría hecho pero no lo habría vivido, no lo habría bailado, no lo habría gozado... Estuviste ese día en esa habitación, formas parte de mi historia allá donde vayas.  Gracias, Concha, por ser mi Doula"


D.H. agosto de 2015
Leer relato completo Acompañar una cesárea programada

“Querida Concha, han pasado casi nueve meses desde que mi niña nació y como soy una tardona no me he sentado antes para poder darte las gracias. Y son unas gracias muy grandes, porque el escenario no podía ser peor, una cesárea con rotura de útero, y sin embargo trajiste calma, tranquilidad y seguridad, no sólo a mí, sino también a mi familia. 

Aún no sé cómo paraste los temblores de la anestesia, que no me dejaban abrazar a mi bebé, y antes de una hora ya la tenía agarrada al pecho gracias a tu ayuda. No podía creérmelo, la tan deseada lactancia iba a ser real, después del fracaso con mi primer hijo. Pude disfrutar de mi niña de tal forma que recuerdo con cariño la estancia en el hospital (y casi me sorprendo, teniendo en cuenta todas las sondas, el dolor y los pinchazos continuos). Pero es que estabas allí, apoyándome, dándome tranquilidad, orientándonos con mi niña, dándome la seguridad de que tanto ella como yo estábamos en las mejores manos posibles...

Mil gracias Concha por este regalo tan precioso. Ojalá te hubiera encontrado para el nacimiento de mi primer hijo, tantísimas cosas salieron mal, y hubiera sido tan fácil evitarlas contigo cerca..., esta vez me he vuelto a quedar sin saber lo que es parir, pero gracias a ti he experimentado el nacimiento de mi hija como no habría soñado. Gracias, gracias, gracias” 


A.I.  Greta, febrero de 2016
Leer relato completo  Relato de un parto exprés.

El parto es el momento más transcendental por el que pasan algunas mujeres.  Las hay increíblemente seguras, poderosas, confiadas.  Este es el caso de esta mamá. He tenido la gran fortuna de estar a su lado desde el principio y por el tipo de parto que ha tenido, creo interesante contarlo aquí.  Tanto ella como su pareja me han dado el permiso expreso para hacerlo.

Como Doula y por principios, sin cuestionar o juzgar lo que cada mujer decide hacer en SU partoyo NO acompaño partos sin personal sanitario.Quizás en otro contexto y en otro país no tendría problema, pero aquí y tal y como está la legislación y las competencias, lo tengo muy claro.  Si no hay una matrona al menos, yo no acompaño en un parto.

Estas son notas aclaratorias para que se pueda comprender fácilmente lo que voy a relatar. Apunto que lo hago con el consentimiento expreso de los padres pues no se me ocurría hacerlo de otra forma.

Ella quería ser Doula y se formó para ello. Nuestra relación se  estrechó cada vez más. Mujer conectada con la tierra, con la Naturaleza. Para ella, integrar los procesos naturales forma parte de su día a día.   Clara y contundente en sus decisiones, la comunicación con ella siempre resulta fácil. Disponible en todo momento, e incondicional.

Un día me llamó para decirme que estaba de nuevo embarazada, estaba feliz pues fue una decisión meditada entre su pareja y ella. Le dije que si quería la acompañaría durante el proceso incluyendo el parto, ese iba a ser mi regalo por el cariño que le tenía.

Durante la gestación se manifestaba tranquila, segura y sin ningún tipo de temor. Conectada en todo momento con su bebé intrauterino y conocedora del proceso fisiológico, cada día estaba más radiante.
Charlábamos cada vez que teníamos ganas, sus conversaciones transmitían calma y seguridad, era una embarazada pletórica.

...............

El embarazo transcurría con salud y en ningún momento me mostró un atisbo de duda, de miedo. Había decidido parir en un hospital. Tenía claro que todo iba a salir fenomenal… que sería un parto rápido y sencillo. De hecho, se repetía para sí misma “creo que no llegaré al hospital”. Tanto ella como su pareja habían decidido estar en casa hasta que sintiera que había llegado el momento de ir hacia el centro hospitalario elegido.  Yo estaría con ellos, y también una amiga matrona.

La madrugada del día que habíamos quedado, me llamó a las 23:58 h.  Me dijo que había roto aguas pero que no tenía ninguna contracción y se iba a dormir, que ya me llamaría cuando hubiera movimiento.  Había llamado también a su amiga matrona quien le dijo que prontito por la mañana acudiría a su casa pues en ese momento no podía dejar a sus niñas.

Y de esta forma tuvo lugar su “parto precipitado”.

…el papá recoge a su bebé y se lo pone a la madre en el regazo. Es la 1:57 h del día 17 de febrero ¡dos horas desde que me había llamado la primera vez!

La cara de esta mujer pariendo, entre risas y gemidos de poderosa hembra mamífera, la expresión de ternura al tener a su bebé en los brazos y su pareja abrazándolos a los dos… esto es algo que nunca olvidaré porque se ha quedado grabado en mi retina para quedarse archivado en mi corazón.

A grandes rasgos este ha sido el parto más increíble que he acompañado y que quizás acompañe en toda mi vida. Pero en el fondo, no me ha sorprendido que sucediera así. Porque nada es gratuito, todo tiene su razón de ser.

Como he dicho en el relato, ésta es una mujer poderosa, segura, sin miedos. Que mira la Vida a la cara. Que se ha preparado para este momento con toda su conciencia. Que se ha informado de los procesos tanto físicos como emocionales que mueven los hilos de un parto y un nacimiento. Y que además, por si fuera poco, llevaba una sutil programación de confianza “creo que no llegaré al hospital”.

No me queda más que agradecer a esta familia el enorme regalo que me han hecho, por permitirme estar a su lado, por darme la confianza de ver nacer a su hijo.  Estar codo a codo con el padre de este bebé,  y ver y sentir su comportamiento me aporta esperanza en los hombres capaces de comprender y de respetar los deseos de su compañera, sean los que sean.  Así se lo dije a él también en el emocionado abrazo que nos dimos una vez ya estábamos instalados en el hospital. Lloramos los dos, abrazados,  porque las emociones contenidas también nos unían en esos momentos. Y es que la Doula, también cuida del padre que se deja cuidar…


C.B.  Lucía, enero de 2017

Este es el relato del parto de Charo, del nacimiento de su hija Lucía y como bien se define ella, ciertamente es una mujer poderosa.   Me lo ha regalado para que lo inserte en este blog con motivo de la 18 Semana Mundial por un Parto Respetado.
De nuevo, he tenido el privilegio de acompañar a una mujer a la hora de dar vida a la Vida  y por ello, me siento agradecida y animada a seguir en este camino del acompañamiento por el que soy doula.

"Y aquí me encuentro al fin, sentada en mi rincón favorito, dispuesta a contarte mi experiencia, mi intensa e irrepetible experiencia. 
Soy madre de tres hijos:
 - Ángel, que vino al mundo tras una inducción fallida (demasiado corta) que terminó en una cesárea innecesaria (al menos en aquel caso), ni siquiera me había puesto de parto, tampoco había cumplido la semana 40 de gestación, pero se aproximaba un puente y sucedió lo que tantas veces ocurre en la sanidad privada, demasiada prisa.
 - Mi bebé estrella que anidó en mi vientre durante diez semanas, una experiencia que fue determinante para todo lo que pasó después.
 - Y Lucia, un nacimiento respetado, acompañado por una Doula y diferente a todo cuanto habíamos vivido hasta entonces.

Decidí mucho antes de quedarme embarazada que tendría una Doula a mi lado si volvía a ser madre, me gustaba pensar en la sensación de sentirme acompañada y sostenida por una mujer con experiencia y respeto, en este mundo donde todos tienen prisa porque nazca el bebé y poco respeto en un momento tan crucial.

Mis dificultades con la lactancia tras la cesárea me llevaron a conocer en una Fiesta de la Lactancia a Concha. Ya la había leído, bueno, había devorado su blog, en el que narra sus experiencias en la vida y con las mujeres a quienes acompaña. Me llegó desde el primer momento, con apariencia serena, con una luz que pocas personas irradian, clara y firme en sus palabras y con unos principios muy definidos. Tiempo después concretamos una cita, me interesaba mucho el acompañamiento, no sabía por qué, pero algo me hacía caminar con los ojos cerrados hacia un destino que apenas imaginaba en aquellos momentos...

...Y entonces llegó el momento, quedé con Concha… empezó este camino de bendiciones que he recorrido por iniciativa propia, con el apoyo incondicional de mi marido y acompañados por ella, nuestra Doula.  Digo nuestra porque nos ha acompañado a ambos, formamos un equipo inigualable, con una confianza y complicidad cuyo recuerdo nos acompañará siempre...

...Concretamos la primera de las citas. Concha me había acompañado durante la pérdida y tras varios Círculos de Maternidad y alguna formación compartida, conocía mi historia en profundidad. Hablamos de lo que sentía, de lo que esperaba, de cómo quería vivir y “prepararme” para aquel momento.... 

...Llegó el momento de entrevistarnos con Concha los dos, fue muy importante ver que mi marido conectaba con ella y confirmar lo que yo llevaba tiempo sintiendo, era nuestra aliada perfecta, nos hablaba con claridad de cada uno de los temas que le íbamos planteando, resolvía nuestras dudas como nadie lo había hecho hasta entonces, fue reconfortante sentir que tanto mi marido como yo teníamos la misma confianza con ella y podíamos hablar de cada cosa de una forma como no habíamos hecho con nadie...

...Nochevieja: yo estaba a punto de salir de cuentas así que decidimos hacer la cena familiar que había prevista en nuestra casa y de la forma más sencilla posible, ya que yo lo había pedido así...

...En cuanto me fue posible hablé con Concha y seguimos a la expectativa de lo que iba a suceder, me encerraba en el baño y le hablaba a mi pequeña diciéndole que estaba preparada y que tenía muchísimas ganas de tenerla en mis brazos...

...Hacia las 00:45 h empecé a notar las contracciones, felicidad de nuevo y un poco de miedo, pues habían empezado muy rítmicas y mi desconocimiento del proceso me asustó. Llamé a Concha sobre las 2:30 h de la madrugada y a las 3:00 h estaba con nosotros en casa. Pasamos la noche entre la pelota y el sofá, con luces tenues, dejando fluir las contracciones y la oxitocina por mi cuerpo… ¡maravilloso!...

...Durante la noche se fueron deteniendo mis contracciones y al alba, definitivamente habían desaparecido, no recuerdo la hora, solo sé que había salido el sol. Hablamos con Concha y decidimos que lo mejor para todos era irnos a descansar, nosotros nos metimos en la cama y ella se fue a casa. Al mediodía comimos los dos, tranquilos, emocionados por lo que estábamos viviendo. Hacia las 16 h empecé a tirar el tapón, me sentí entonces algo abrumada, pues éste era sanguinolento y a pesar de que mi Doula me dijo que era normal, que no había que alarmarse, me poseyó el miedo y decidí ir al hospital...

...Solicitamos hablar con la ginecóloga, ya que Concha le había comentado a mi marido los riesgos que conllevaba un parto instrumentado frente a una posible cesárea. Nuestra idea era detener el proceso y solicitar voluntariamente la cesárea, pues me sentía agotada ya que las contracciones no habían cesado desde la noche anterior y eran cerca de las 8:30 h de la mañana, así que valoramos los pros y los contras para pedir la cesárea...

...Y entonces sucedió lo inesperado, al llegar la ginecóloga, al ver su cara, sus gestos, me dieron calma, me devolvieron la confianza sobre todo sus palabras: “Tranquilos, a tiempo de hacer una cesárea siempre vamos a estar, vamos a esperar 4 horas más…” Al momento apareció ella, Lena, LA MATRONA, a quien le agradezco su saber hacer y su mimo en cada gesto con nosotras.
Lo primero que me dijo, jamás lo olvidare: “Hola, soy Lena, tu matrona y vengo de leerme tu plan de parto”... 

...Estaba en dilatación completa. Lloré, agradecida, feliz, lo íbamos a conseguir, mi marido se mantenía a mi lado en todo momento, y a Concha no la dejaron pasar por los dichosos protocolos, pero sabía que estaba en la puerta de paritorios atenta a cada paso que dábamos...

...Y entonces llegó Concha, y lloré de nuevo, lo íbamos a conseguir, ella me animaba, me decía lo guapa que estaba, me iluminaba con su luz, me cogió la mano y nos miramos a los ojos, nadie nos iba a detener en nuestro objetivo...

...¡Tan solo unos instantes con mi Doula al lado y ya comenzaba a pujar! Concha salió a avisar a Lena, comenzaba el expulsivo: eres una campeona, me decía mi Doula querida y se marchó, respetando todas y cada una de nuestras decisiones, para dejar que mi marido volviera a entrar...

...2 de enero de 2017, 15:08 h. Lena dice: “Dame las manos que ya está aquí, la vas a coger”  y con mis propias manos sujeté a mi hija, dándole la bienvenida al mundo exterior y colocándola sobre mi cuerpo, tal y como tantas y tantas veces había soñado: ¡Qué bonita es, Lucía ya estás aquí, ya estás con mamá, qué bonita eres mi amor! … ella me mira con sus ojos bien abiertos, siento su cuerpecito húmedo y caliente, sobre mí, entre mis brazos ¡lo había logrado!...

...Y aquí termina mi historia,  nuestra historia,  la de una mujer poderosa que decidió tener a su lado una Doula porque así lo sintió, porque con su luz iluminó cada uno de nuestros pasos y nos acompañó en el nacimiento de nuestra hija con respeto, cariño y mucho saber hacer...

...Gracias, Amama, por cruzarte en mi camino, gracias por tus sinceras y necesarias palabras en cada momento, gracias por permanecer a mi lado y no dejar que me rindiese, gracias infinitas por tu cariño hacia nosotras, siempre formaras parte de nuestras vidas de un modo muy especial...



I.A. Eneko, julio de 2017 
Leer relato completo en  Relato de parto. Nacimiento de Eneko

Escribo este relato de parto a petición de Iris. Ella ha ido aportándome algunos datos, yo los he reflejado en el texto y posteriormente, la protagonista de esta historia, los ha ido comprobando y corrigiendo hasta que ha dado el visto bueno para su publicación.

Como en anteriores ocasiones, compartir un relato de parto por iniciativa de la propia mujer que ha parido, no tiene otra finalidad que hacer ver que parir es un proceso natural, fisiológico, salvaje y totalmente transformador.


Antes de comenzar, quiero aportar algo por mi parte.

Conocí a Iris en 2013. Quería formarse como doula. La información positiva que su madre le había transmitido del parto y la crianza, la experiencia al ver nacer y crecer a sus sobrinas, su interés por temas relacionados con la maternidad, la llevaron a formarse en 2014.

Iris es una mujer sencilla, amorosa, discreta, serena, reservada… Nuestra relación siguió más allá de su formación. Un día me dijo que su pareja y ella habían decidido ser padres y querían que les acompañara en este viaje. Y el embarazo no tardó en llegar.

...Su fecha probable de parto era el 5 de agosto de 2017 (no lo olvidaría porque era la fecha en que nació mi nieta Naia ocho años antes) y pariría en el Hospital de La Plana en Vila-Real, con lo que yo me desplazaría a su casa en cuanto me llamaran.

El embarazo transcurrió con absoluta normalidad. Su estado físico era muy bueno y,  su confianza y seguridad en el parto era total. No tenía dudas, no tenía miedos… ¡Me lo ponía muy fácil cada vez que nos encontrábamos! Y así se lo hacía saber en cada ocasión...

...En dos horas más o menos, volvimos a comunicarnos. Las molestias persistían y el leve sangrado también.  Y así estuvimos en comunicación toda la mañana hasta que a medio día, la molestia subió de intensidad. 
Comencé a temer que fueran motivo de parto... Acabando la tarde, a las molestias se habían añadido contracciones lo cual ya denotaba que era algo imparable. Eneko había decidido nacer...

A veces ocurren cosas sinsentido que sacan de sus casillas al más equilibrado de los seres. Por la noche, a las 23 h y en una autovía como la del Mediterráneo, la circulación estaba prácticamente parada. Había mucho vehículo, muchos camiones y apenas avanzábamos. ¡¡Estaban de obras!! El corazón se me subía a la garganta…

... Justo llegando a la altura de Vila-Real, me llamo Iris con la voz alterada ¿por dónde andas?, me pregunto con un tono fuera lo habitual en ella. Tal y como la escuché le pedí que acudiera directamente al hospital y que nos veríamos allí…

...Pero a los poco minutos vino Iris al salón. Apenas sin hablar me dijo que no estaba cómoda en la cama y se sentó en la pelota, a mi lado. Sin embargo tampoco era su mejor postura. Y se quedó de pie apoyándose con las manos en la mesa del comedor. Con los ojos cerrados comenzó un movimiento constante, un balanceo de pelvis en todas direcciones… yo la observaba y la abanicaba, para aliviar su calor, en silencio y pensando hasta qué punto se podrían haber equivocado en el hospital…

...El tono de su voz había cambiado considerablemente, el leve quejido se había transformado en potente gruñido…

...Llamé al timbre y asomó la matrona de antes ¿Otra vez aquí? Me preguntó.  Y le dije ¡SÍ, está de parto! Aún recuerdo su mirada como si estuviera pensando   “y tú qué sabrás…” Pero, por si era el caso, en esta ocasión no me dejó entrar e Iris pasó sola...

...Controlar el tiempo en situaciones así es ciertamente desconcertante, pero estaba segura de que no había transcurrido una hora desde que habíamos llegado por segunda vez, por los apuntes que yo iba tomando. Iris había parido: de medio lado con la pierna izquierda levantada, era la postura en que más cómoda se encontraba.  Eneko había nacido la madrugada del 6 de julio con una edad gestacional de 35 semanas y 4 días, y con un peso de 2,700 kg...

...Permanecí un rato con ellos. Iris, estaba cansada pero tenía hambre y su chico le trajo un croissant que le supo a gloria. Siendo consciente de que los tres necesitaban descansar, y antes de comunicar a la familia que Eneko había nacido y la habitación se llenara de visitas, decidí dejarlos solos y volver a Valencia. Paco me llevó a la estación de Vila-Real y cogí el tren que salía desde allí hacia Valencia a las 11 de la mañana… 
                          

C.V.  Gael, agosto de 2017 
"Conocí a Concha unos años atrás, cuando mi hijo Lucas tenía 9 meses. Mi primera maternidad me llevó a plantearme muchas cosas que hasta entonces desconocía.

Empecé un camino que me llevó a ser más consciente de mi cuerpo de mujer, de la maternidad, del embarazo, de la lactancia, de la crianza… fue un despertar hacia mis instintos.

...Y llegó mi nuevo embarazo… Y lo tuve claro. Sería acompañada por mi doula.

...El embarazo fue vivido plenamente con consciencia desde la misma concepción.  Yo tenía mucha información y así lo apliqué en los nueve meses de embarazo.

...Y llegó el día…

...A las diez de la noche llegamos a casa y me puse a crear ambiente en el salón. Preparé mi altar, encendí unas velas, aromaticé con aceites esenciales, colgué la mariposa que mis bellas mujeres me habían pintado el día de mi Blessingway, puse la música que me habían regalado y que tanta paz me aportaba y empecé a hacer movimientos con mi pelota, con mi pelvis, bailaba las canciones… hasta que las contracciones empezaron a ser un poco más fuertes.

...Las contracciones se hacían más fuertes y yo vocalizaba (Aaaaaaaaaa). Habíamos hablado de ello en sesiones anteriores, la relación entre la apertura de la garganta y el cuello del útero, yo también lo había leído anteriormente. La verdad es que este sonido me aliviaba y me ayudaba a no oponerme al dolor.

...En el hospital entramos por urgencias, mi doula me sujetaba para llegar pero las contracciones ya me mantenían doblada y no me dejaban andar. Pablo aparcando y Concha entregando los papeles, mientras yo sentía que las contracciones cortaban mi respiración.

...Mis piernas empezaban a temblar y Gael iba bajando. Hubiese querido que naciera así, de pie, pero la matrona quería que me sentase en la silla de partos para reconocerme y poder comprobar cómo estaba mi hijo. La verdad es que me costó mucho dolor sentarme y mis riñones no soportaban esa posición. Concha se puso detrás para que yo pudiese apoyar y relajar mi espalda.

...Mi hijo llegaba al mundo con el parto que yo había soñado. Intenso, sintiendo mi cuerpo abrirse, la fuerza de la Naturaleza, la Vida. Abrazar a mi bebé, su olor, sintiéndome capaz de todo ¡¡poderosa!! ¡¡como una leona mamífera!!

...Tener a Concha cerca, confiar en mi cuerpo, confiar en el proceso, sentirme acompañada desde la experiencia, ha sido algo único.

...Eternamente agradecida por este acompañamiento, para mi no podría haber sido más especial.
Gracias a mi hijo Lucas por abrir mis ojos a un nuevo mundo. A Pablo por ser un perfecto compañero de vida. A mi hijo Gael por esta bella experiencia.

Y gracias a Concha, mi Doula, por Ser, ¡pero sobre todo por estar!"
                            

C.B. Sara, septiembre de 2017 

Es sabido y estudiado que escuchar, leer relatos de partos tiene efectos positivos para las mujeres, tanto para quienes lo cuentan, como para quienes los leen. 

......Muy resumida, ésta es la experiencia de una madre primeriza en su parto. Como ella me ha dicho, la finalidad es que otras mujeres sepan que sí se puede, que a pesar de la dureza de los momentos, se puede parir sin epidural ¡y con oxitocina sintética! 


Madre primeriza que me llega embarazada de 22 semanas, a través de una amiga suya Doula también. Me pide acompañamiento durante embarazo y parto especialmente.

... En varios encuentros reforzamos esa confianza, esa capacidad mamífera, entre otras cosas. En el último douleo, en semana 35,  aprecio un cambio en su actitud. Dice que ya no tiene miedo y que está de subidón. Su pareja se implica bastante y les digo a ambos que, a pesar de todo lo que están haciendo para dar a su bebé el mejor nacimiento, a veces suceden cosas que no se pueden controlar (esto siempre lo digo). Es decir, no crearse expectativas cara al parto y estar abiertos a lo que pueda pasar.

... Administrada la medicación, su marido se queda con ella en la sala de dilatación. Pero al poco me llama para que pase a estar a su lado hasta que vaya a nacer el bebé, como habíamos acordado.

... Comienza a decir que no podrá. Y le recuerdo, subliminalmente, lo que habíamos hablado en nuestros encuentros: su capacidad, su fuerza, la naturaleza de su cuerpo de mujer, la capacidad del bebé… pocas palabras, mensajes breves…

Las contracciones son realmente intensas, el bebé aguanta muy bien, y pasadas unas horas volvemos a la ducha.

Entra de lleno en planeta parto. Gime. Llora. Grita. Yo la acompaño, la abrazo, le enjugo las lágrimas…

... A partir de ahí está fuera de sí, cada vez más hacia dentro hasta que la matrona le dice que está en completa. En ese momento se pone en cuclillas y se calla. Solamente gruñe y puja. Estamos solas.

Cuando vuelve a entrar la matrona le pregunta en qué posición quiere parir. Ella no la oye y le digo que la mire, que se ha quedado en esa postura y no se mueve… le ponemos la sillita paritoria.

... Parió a los 15 minutos un bebé de 3,100 kg.  Dos puntos por un mínimo desgarro…

Cuando la vi pasadas algo más de dos horas, estaba preciosa con su niña enganchada a la teta, riéndose, y feliz. Tenía vagos recuerdos. Solamente decía que si no hubiera estado a su lado habría pedido la epidural a mitad de camino.

... Sé que si ella la hubiera pedido se la habrían puesto, por eso le pregunté que quería, por eso le preguntó la matrona si llamaba al anestesista. Ninguna de las dos podíamos decidir por ella.

En visitas posteriores me ha comentado cómo ha podido ser así,  cómo había dejado atrás esas dudas que ella pensó le impedirían tener un parto vaginal sin anestesia.  Su marido comentaba lo brutal del parto,  (yo le mantenía informado en todo momento de lo que estaba ocurriendo dentro...)  Sin embargo, ella tenía un trabajo personal bien integrado: confió en su cuerpo y en el de su bebé tal y como tantas veces lo habíamos hablado. Se enfrentó al parto sabiendo que tenía que pasar por ella, que su cuerpo se abría y ella moría, de alguna manera, para que su hija naciera. El trabajo interior que había realizado los meses anteriores dio su fruto, a pesar de que su hija decidió nacer unas semanas antes, a pesar de la sorpresa y el disgusto inicial al romper aguas, a pesar de la oxitocina sintética…

... El nacimiento de esta hija ha marcado un antes y un después en la pareja.  Han sido ellos, su complicidad, su apoyo, sus ganas de hacer lo que consideraban mejor por el nacimiento de su bebita.

Dicen que sin mí no lo habrían logrado.  Pero no es así, yo los he acompañado en el camino que sólo ellos habían elegido. 
                 
                
M.P.  Pau, Febrero de 2018

“Mi parto, el nacimiento de mi hijo, comenzó un viernes a las 12 h de la noche, dos días después de su fecha prevista. Como si se hubiese querido esperar el fin de semana. Acababa de apagar la luz después de leer una novela en la cama, y allí vino la primera contracción. A la vez un pequeño “crack”, rotura de la bolsa, pero solo un poco, lo justo para acompañarme con pequeños chorros cálidos durante todo el parto...

...Hacia las 6 h de la mañana acudí al hospital. Concha, mi doula, me esperaba allí. Me asignaron una habitación y al cabo de un rato hasta trajeron el desayuno, del cual yo no toqué ni un bocado, por la náusea que me invadía después de cada contracción...

...Sin embargo, al cabo de poco, ya en la sala de dilatación, estaba de 3 cm. Y allí pasamos el día, Concha, mi bebé, y yo...

...Lo mejor fue la presencia de Concha, la luz en un camino largo, a veces estrecho, empinado y lleno de piedras.
Lo peor, las constantes monitorizaciones, que me obligaron una y otra vez a estar tumbada... 

...En esa sala, yo me desdoblé en dos, la Mariona física, dentro del cuerpo, unida a la tierra, que vivía el dolor y no pensaba, solo sentía. Y la Mariona racional, que veía todo desde el exterior, fijándose en todo, para no perder un solo detalle de este momento tan valioso. Y mientras una Mariona sufría, gritaba y sudaba, empapada de líquido amniótico, deseando parir ya, la otra, serena, la animaba y tranquilizaba

“Ha dicho que vaya a la ducha... es imposible que llegue hasta allí, duele demasiado... claro que llegarás, poco a poco, te sentirás mejor… ¿Sentarme en la pelota? Imposible... sí, tu puedes… ¡Uiii!, me está viendo el culo medio hospital, a ver si me tapo... pero qué más da el culo si duele tanto… El móvil, donde está, tengo que avisar a mis padres... ¿tengo padres?... creo que Concha me lo va escondiendo para que no me distraiga con él… Un tacto, no puede ser, voy a gritar a la matrona que ni se le ocurra, esa zona no se puede tocar... no sirve gritarle, lo va a hacer de todas formas... Es injusto, ella toca a mi hijo y yo no... ¿tiene pelos en la cabeza, o es calvito? ¡pero qué mareo y qué náuseas… ! ¿Cómo puede ser que Concha no haya comido nada? estará muerta de hambre…ahora no hay contracción respira y duerme un poco... ¡pero si duele todavía!… Sí, Concha, vete a cenar tranquila... ¿pero ¿cómo le dices que se vaya, si me voy a morir en cualquier momento?"                                                                                                                       
...Los 3 cm se convirtieron en 4, en 5, en 6 y en 7,  a centímetro por hora. Un parto de libro según Concha. Y allí la cosa se atascó. Por tener que estar tanto tiempo tumbada, parece... 

... ¡¡Ahhhhhhhhhh!!  ya todo me parecía una única contracción. “Qué bien, contracciones productivas”, me animaba Concha. “¿Eso significa que las otras eran para nada, tanto dolor?”, pensaba yo.
Llegué a 9 cm, y para entonces parecía que el bebé ya estaba sufriendo, así que al final me llevaron al quirófano. Para hacer un análisis del ph en la cabecita …” tendrás que estar 5 minutos quieta… ¿cómo?, eso es completamente imposible… es que estos análisis lo hacemos normalmente con epidural… ¿pero para qué me lo dice? ”… yo estaba acojonada…” ya no puedo más”, le decía a Concha “Entonces es que vas a parir pronto” decía ella. Y tuvo razón, cómo no.

...Y cuando me lo dieron a los 5 minutos, todo cambió como de la noche al día: ningún dolor, solo felicidad, y una infinita incredibilidad de que algo tan perfecto había salido de mi vientre.

El parto fue duro y largo, pero para mí ha sido el mejor parto del mundo, porque en él nació mi hijo, precioso. Eso sí, tener un acompañamiento de una persona con experiencia, una doula, fue esencial.

Sin ella, la vivencia habría sido muy diferente, de eso estoy segura".
                     


S.S. Lorena, 12 noviembre 2018 
Leer relato completo en Relato de parto en casa: el día que nació Lorena 


"Lorena llegó el 12 de Noviembre de 2018, pero en realidad, había llegado hacía ya mucho tiempo…llegó primero en mi deseo de tenerla, tan soñado y ansiado, que cuando se hizo realidad, me dejó por unos días en una sensación de incredulidad… un “no me lo puedo creer”, un test de embarazo positivo....

.
...Mi mente, mi cuerpo, ella y yo… sabía que este embarazo iba a ser distinto, deseaba poder apresarlo, disfrutarlo y dejarme fluir, soltar… Aun así, aun sabiendo desde la mente lo que era esencial, caí en los brazos del estrés más de una y cien veces… y aun así, lo logré, pude traerla al mundo de la mejor forma que fui capaz… Y por ello me doy las gracias, por confiar en mí misma… y le doy las gracias a ella por saberlo todo antes de nacer… por conocer el camino a recorrer y por darme la fuerza para parirla… y le doy las gracias a él, a Alex, quien siempre suscribió mis palabras sobre el cómo y el porqué, y que me acompañó a su forma, que se volcó en estar para todo, el día que Lorena quiso nacer, cuidando la intendencia y acompañando a Leo para que transitara con naturalidad y alegría la llegada de su hermana. 

Así que pronto estuvo todo trazado: Lorena nacería en casa… Ahora sólo faltaba decidir quién me acompañaría en este empeño… y claro, ahí estaba Concha, Amama Doula, compañera de formación, mujer fuerte y maternal, en quien sabía podía descansar y confiar… Para mí fue esencial tenerla como doula… todavía recuerdo nuestro primer encuentro, en una cafetería de Ruzafa… siempre sutil, discreta, con las palabras justas, con su cariño, con su presencia… ella misma fue quien me orientó en la búsqueda de una matrona que atendiera partos en casa.

Una voz dulce al otro lado del teléfono: esta era Teresa, mi matrona. Siempre con su capacidad de calmar mis miedos y disipar mis dudas. Conocernos fue más adelante, pero nuestras conversaciones telefónicas ya estaban llenas de feeling y conexión. Y con Teresa, también llegaron Carina y Carol: un equipo de tres matronas, que, junto a Concha y Alex, se convirtieron en el gran equipo, sencillamente genial.

... Lorena quiso estar dentro de mí más allá de la semana 40, y también más allá de la 41. Es curioso cómo la alegría de saber que ha tenido el tiempo necesario para madurar todos sus órganos, se va transformando de un momento a otro en expectación e incertidumbre… 

Y así fue, nació el 12 de noviembre, en la semana 41+4, porque era su momento y el mío...

.....Me sorprendió a la vez, pues inevitablemente comparé con el parto en el que nació Leo, en el cual acabé con inducción por rotura de membranas sin tener apenas contracciones y, aunque estuve 24 horas esperando para ver si podía iniciar el parto sin inducción, apenas conseguí borrar el cuello del útero…
  
... 03:30 Me despierta el dolor intenso de una contracción. Me levanto al baño. Me siento en el W.C. y me agarro al lavabo. Viene otra contracción… trato de tranquilizarme… siento emoción... siento que por fin llega el momento. Decido volver a la cama… necesito descansar y acumular todas mis fuerzas.

... 06:00 Ya no aguanto más en la cama. Me levanto y pienso en si debería avisar ya. Decido esperar un poco. Ya se encargará Alex de avisar a la familia cuando sea el momento.  Sigo con contracciones, comienzo a soltar la voz… a decir la “ahhh”… suave, casi en silencio, en el salón… hace tan pocas horas estaba con la pelota y ahora ya otra vez aquí… comento en el grupo de whatsap del grupo de Perinatal que la fiesta está comenzando, e Ibone me responde rápidamente y enciende su vela… siento la conexión con lo femenino… comienza el baile de fotos con velas que se encienden en diferentes geografías, traspasando fronteras y océanos… y me siento agradecida de poder sentir el calor y la conexión con ellas.

06:59 Aviso por el grupo que tenemos las matronas, Concha, Alex y yo, de que ya estoy comenzando con las contracciones. Lo grabo intentando mostrarme tranquila, pero el dolor es intenso… me vienen dudas de saber si es mucho o poco…. ¡ay que incertidumbre…. Llamo a Concha… ella siempre me dice que la llame… Le explico. Me dice que parece que va comenzando... Que en una hora la vuelva a llamar para ver cómo va la cosa... 


... 07:57 Recibo un whatsap de Concha que me dice “Salgo de casa. En 30 minutos estoy ahí”. Algo le ha hecho intuir que debía venir ya. Y en ese momento, me doy cuenta de que me siento mejor así, si viene ya… Quiero controlar el tiempo de las contracciones, pero no estoy para eso… sé que son frecuentes… no sé si demasiado… respiro y sigo con la “ahhh”.

08:30 Llega Concha. Me siento más tranquila. El dolor es intenso, pero me permite recibirla y explicarle más o menos cómo estoy. Por un momento es como si me desconectase del cuerpo por el mero hecho de saludar y explicar brevemente… “me estoy saliendo del proceso” me digo… y me doy cuenta de mi intento de control y mi tendencia a analizar… y vuelvo a mi cuerpo, y me olvido de lo demás. Concha me abriga, acondiciona la temperatura de la habitación y la noto presente. Me tranquiliza pensar que ella está aquí. Y de pronto, vuelvo al dolor y llega otra ola.

08:48 Vocalizo la “ahhh” poco a poco, soltando el cuerpo. Estoy de rodillas en el suelo y el cuerpo apoyado en la cama. Sé que Concha está detrás de mí. Me coloca una manta sobre el cuerpo para que entre en calor.

09:15 Las contracciones son cada 3 minutos y bastante intensas…sigo con la “a” cada vez más fuerte. Una parte de mí se preocupa por si despierto a Leo… sé que Alex se encargará de cuidarle y cuidar que viva este momento de la mejora manera. Vuelvo al cuerpo. Entre contracción y contracción respiro, y tengo la sensación de que casi me duermo. Alex y Concha están ahí, conmigo en la habitación.  Menos mal que están ahí, conmigo…

...........

09:50 El dolor se hace difícil de sostener. Noto mi voz más salvaje. Ahora ya son gritos fuertes y me sorprendo de la forma en que el grito sale adelante…

... 10:47 Llega Carol. ¡Qué bien, refuerzos! Ya solo falta Teresa quien llegará un poco más tarde. Noto que están a mi alrededor, que todo va bien. Van avanzando con la intendencia de la piscina. Y yo sigo notando presión y vocalizando la “ahhh”. Alex me abraza, me sostiene, me da algún beso. Qué bien sentirlo cerquita. No recuerdo bien si es ahora, o antes o poco después, entra Leo en escena de forma abrupta. Abre la puerta de la habitación y dice algo así como “os voy a poner una multa”. Está algo confuso… yo pienso en mis “gritos” y me pregunto si le habrán despertado (más tarde me dirá que la multa era porque me estaba llamando y no iba a buscarle, y que pensó que me había ido y que casi lloró del susto, ¡ay mi niño). Le explico que estoy con la palabra mágica, con la “ahhh” que me ayudará a que pronto nazca Lorena. Lo vive con naturalidad. Alex le acompaña a desayunar.

11:15 Llega Teresa. Vivo su llegada con especial emoción. Teresa me transmite tanta calma… Es como un ángel. Sé que todo va a ir bien… 

... Cada vez estoy más en mi mundo, y el resto fuera. “Esto ha de pasar por mí… ¿y si no puedo?”. La mirada de Teresa frente a mí me tranquiliza. “Lo estás haciendo muy bien” … me dice.
Me recuesto de espaldas. Manos cuidadosas me miman… una cucharada de miel me endulza la boca. Un paño caliente en mi frente me ayuda a descansar… es tan intenso todo lo que estoy viviendo… Alex me acompaña al otro lado de la piscina. Leo va y viene. Y pregunta y me ve en la piscina. Yo no quiero que se asuste. Y en un momento de extremo dolor le pido a Alex que se lo lleve. Siento que necesito estar tranquila. No puedo preocuparme ahora de cómo le llega todo lo que está viviendo. Quisiera abrazarle y calmarle, pero no puedo. Estoy trayendo al mundo a Lorena y esto es muy intenso… ni siquiera sé si podré mantener la calmar yo misma… y ahí están ellas y Alex para hacerlo. Me animan con su presencia, me calmo con el calor del agua. Me preparan una infusión, y me la dan… qué sensación sentirme tan cuidada… y es que es tan importante reponer fuerzas. Necesito conseguirlo por ella, por Lorena.

... Sigo empujando. Noto sus manos ayudándome, protegiendo mi periné. Y llega al fin ese momento, el momento en que ya noto que los pujos hacen que Lorena esté a la vuelta de la esquina. Me señalan que no empuje ahora. Comienzo a notar el aro de fuego… y noto cómo quema mi vagina. Y justo ahí es cuando me dicen que no empuje… y aguanto hasta que viene de nuevo la ola y por fin en el siguiente pujo sale su cabeza… ¡ahí está! Siento que ha pasado lo peor. Ahí está su cabecita. ¡¡¡Ya la veo… es tan emocionante!!! ¡No puedo creer que esté ahí!

Le digo a Alex  que le pregunte a Leo si quiere ver a su hermana nacer. Alex vuelve a la habitación con Leo, y justo en ese momento, vuelvo a empujar y sale su cuerpecito, que yo misma coja y acerco a mi pecho. Son las 14:05. Estoy llorando y riendo, exhausta y más viva que nunca. Miro sus manitas, y sus ojos. Está tan despierta. Y ahí en mitad de las aguas nos encontramos por primera vez.....

...Carol me acerca a Lorena al pecho. Yo quería que reptara espontáneamente, pero es cierto que en ese momento me va bien que la ayude… quizás porque la noto inquieta y pienso que cuando se encuentre con el pecho se calmará. Le cuesta algo engancharse al principio, pero en cuanto lo hace, ya no para. Y ahí me quedo. Con ella, con todo mi amor y con toda su presencia. Llenándolo todo de luz, en nuestra habitación, en nuestra cueva.

Y así fue el nacimiento de Lorena.

Y Concha, mi querida Doula, acompañándome desde el principio hasta el final… mimando cada momento y asegurándose de que tanto yo como Lorena estuviéramos bien. Cuidando a Leo, y a Alex también…
Y así, cuando llegó mi madre a hacer de madre, Concha le pasó el testigo, y tanto mi madre como mi padre, emocionados al vernos a su nieta y a mí en tal estado de climax, en nuestra habitación, en nuestra cama...

...Así fue el día que nació Lorena. Con una llegada dulce y tranquila, sin prisas, con amor… En penumbra, pero llena de luz. Entre aguas y entre mujeres. Pude vivir lo que significa respetar y dejar hacer al cuerpo, pude experimentar la confianza en mí misma, en mi cuerpo y en las personas que me acompañaron tan amorosamente. Las palabras justas, la ayuda justa… la presencia silenciosa de poderosas mujeres… que tuve la suerte de escoger para acompañarme a dar a luz a Lorena. El parto de Lorena en casa me hizo sentir mamífera, unida con la madre-tierra. Capaz, potente y con una impactante sensación de salud, de bienestar…

Por eso y por mucho más, parir en casa fue un gran regalo que siempre quedará impreso en la memoria celular de cada recoveco de mi cuerpo.  Gracias, gracias, gracias…"
              

M.P. Luna, 12 de abril 2019 
Leer relato completo en Crónica de un parto feliz

“La llegada al mundo de mi bebé fue animalmente suave y dulcemente salvaje… Desde el inicio de la gestación, la fuerza de la unión femenina (en forma de círculo de mujeres) me acompañó.

En Brasil, (donde viví buena parte de mi embarazo) poco antes de saber que estaba embarazada, comencé a formar parte de un grupo de mujeres muy conectadas con el sagrado femenino. Algunas de ellas doulas y activistas por el parto respetado. Gracias a ellas, comencé a abrir los ojos a una realidad, la de volverse madre, que para mi era absolutamente desconocida.

A partir de mi embarazo, comencé a darme cuenta de la desconexión tan grande que tenemos con la maternidad. Desde el desconocimiento absoluto de cuestiones básicas, hasta extraños rechazos a cuestiones tan naturales como dar de mamar a tu cría. Enseguida entendí que quería vivir el embarazo y, sobre todo, el parto de forma natural, sin parafernalia innecesaria.

Decidí, con mi pareja, volver a casa, a Valencia para que mi bebé naciera en familia. No obstante, aquí no conocía a ninguna mujer embarazada o madre que hubiese recorrido el camino que yo buscaba, el de un embarazo y parto consciente y natural. Gracias a San Google, encontré el blog y referencias de Concha. Aún sin tener referencias personales (que generalmente son las más valiosas para mi) decidí contactar con ella. Me encontré con alguien muy amable al otro lado del teléfono. Cuando finalmente pude conocerla en persona, supe que había dado con la persona correcta.

... Durante el embarazo tuve, en general, una buena experiencia con el personal médico que me atendió, fueron siempre correctos y (salvo alguna excepción) recibí buen trato. Pero el Sistema es el que es y siempre me iba de la consulta médica con dudas sin resolver, dudas nuevas y medio atontada y agobiada por lo rápido que deben trabajar estas personas. La matrona de la Seguridad Social con la que tuve el seguimiento era tan profesional y eficiente como fría y distante.
En un momento de tantos cambios a todos los niveles, incluso siendo bien tratada, me habría sentido muy desamparada de no haber podido contar con los cuidados de mi doula, sin ese calor humano y la tranquilidad que transmite una mujer con experiencia.

... No sé, no quería vivir lo que entendía que era el viaje iniciático al mundo de ser madre, un momento tan decisivo en mi vida, cubierta de sondas, en camilla, sin poder moverme como yo quisiera y con un camisón horrible que solo dejara mi culo al aire. Tras mucha lectura y trabajo con Concha me fui preparando para el parto que quería.

Nuestro parto comenzó de madrugada, cuando rompí aguas, tuve la sensación de que un río bajaba entre mis piernas.  Era el momento, me metí en la ducha y viví un momento de euforia maravilloso. No tenía dudas, mi bebé llegaba. Llamé a Concha y se vino a casa en medio de la noche.

... La presencia de Concha, firme y tranquila, sus cuidados: el calorcito en la espalda, sujetándome el pelo, el agua calentita, su voz suave… Me ayudaron a entrar en el ¨planeta parto¨ y ahí me quedé, sin noción del tiempo, sintiendo la intensidad del dolor en cada contracción y la serenidad de la pausa entre cada una de ellas, meciéndome con su ritmo en la pelota, en el suelo, en el sofá. Me entregué a lo que venía, a la experiencia de abrir mi cuerpo para que llegara mi bebéMe concentraba en permitir a mi cuerpo abrirse, en las visualizaciones que habíamos practicado unos días antes.

Era una experiencia nueva, pero la sentía a la vez antigua, natural, una vieja conocida… mi instinto iba guiándome. Somos mamíferas, y en el parto se me hizo más evidente que nunca. Estuvimos todos tranquilos, viviendo lo que estaba pasando con calma. Sabíamos que iba a ir todo bien. En un momento dado, las contracciones se hicieron muy muy intensas, estaba claro, había que salir ya.

... Salí como pude del coche y Concha me ayudó a llegar a urgencias. Ese corto trayecto por el pasillo se me hizo eterno. Me hicieron pasar directamente y me reconocieron las matronas. No recuerdo bien ese proceso, sé que fueron todas super amables y tranquilizadoras. Desde el principio me hicieron sentir bien y que estaba en buenas manos.

Me hicieron el primer tacto (muy molesto, pero me fueron explicando por qué se hacía y pidiendo disculpas por el dolor) y nos dijeron que estaba de 8 cm. Me sorprendió lo rápido que iba todo… de ahí pasamos al paritorio. Leyeron mi plan de parto, confirmaron conmigo que quería parir sin anestesia (o al menos intentarlo) y me ofrecieron una silla de parto, pelota, la camilla… vamos, todo lo que quisiera. Lamentablemente no se pudo evitar que me pusieran una vía (que acabé quitándome sin darme cuenta durante la fase final del expulsivo).

...Así parí, a cuatro patas, agarrada de la mano de mi pareja, asistida por dos matronas increíbles a las que estoy tremendamente agradecida por el trato tan respetuoso, amable y divertido que nos dieron.
Acompañada también por mi doula, cuya presencia constante me hizo sentir enormemente tranquila y serena.
Pude parir como quería, con mis tiempos respetados, entre personas amables, con mi voluntad y mi cuerpo respetados… con amor.

...Eso me garantizó libertad para concentrarme únicamente en el parto, en gestionar el tremendo dolor, el darle la bienvenida a mi hija. Tras dos hora en el paritorio, las matronas me indicaron que tocara la cabeza de mi bebé, ¡ya asomaba! Un esfuerzo final, una, dos, no sé cuántas contracciones más, hice fuerza con todo mi ser y me ayudaron a que fuera yo la que cogiera a mi bebé en cuanto salió por completo.  

En cuanto tuve a mi niña conmigo se me olvidó completamente el esfuerzo y el dolor (muchas mujeres me habían dicho eso, pero no me lo terminé de creer hasta que lo viví). Se inundó todo de mi bebé, de una ternura y una felicidad como nunca había vivido.

...Recuerdo ese momento con mucho cariño, comiendo almendras y anacardos (me entró un hambre voraz) que me daba mi pareja, con la bebé entre mis brazos, llorando de emoción y con una sensación de bienestar profundo (¡oxitocina al poder!). Las dos horas nos parecieron veinte minutos, pero tocaba salir, nuestra hija había nacido y poco a poco la iríamos presentando a nuestra familia y amigos. 

...Contar con una doula, contar con una mujer como Concha (que sigue cuidándonos y ocupándose, informándonos sobre todo tipo de temas que necesitamos) fue clave para parir como quería hacerlo. Sin miedo, confiando en mi cuerpo y mi bebé. Mi agradecimiento y cariño son enormes.

Gracias y mil veces gracias, por tu amor, por tus cuidados y dedicación Concha. Tú has hecho posible que este parto haya sido tan feliz. Te queremos, gracias por estar conmigo, con nosotros, en este momento tan hermoso de nuestras vidas”

R.B. Alejandro, 7 de enero de 2018
Leer relato completo en Relato de parto: mi segundo hijo, Alejandro

"En Abril de 2017 tras unas Pascuas muy familiares, me quedé de nuevo embarazada, era mi tercer embarazo, mi segundo bebé.
Hoy después de un año y 15 días encuentro un momento para poder escribir mi relato de parto.

Tras hacerme el test de embarazo y confirmar que venia de camino, informé a mi marido, a mi familia y como no, a Concha, mi doula.

Pasé un embarazo buenísimo y muy bonito porque me acompañó muchísimo mi hijo mayor, Izan, quien para entonces tenia cuatro añitos y sus razonamientos eran bellísimos… “mamá, este bebé me conoce…  mamá el bebé me oye… mamá, yo te ayudaré con el bebé, te daré los pañales y le cogeré…”  y se montaba sus historias y diálogos preciosos con el bebé.
Cuando llegaba del cole: mamá, ¿el bebé ha preguntado por mí?   Y yo le respondía si cariño, me ha dado unas pataditas y me ha preguntado que dónde estabas”  ¡Jajaja, qué inocente mi chiquitín, y qué bonito!


...Estaba ansiosa por verlo.  Iba pasando el tiempo de embarazo y parecía nueva ¡jajajaja!   Cada dos por tres comentándole a mi doula si eso era así, las dudas me inundaban…


...Mi fecha probable de parto era para el 7 de enero y me apuré a prepararlo todo para la nueva llegada y para preparar los regalos de Papá Noel del mayor, a pesar de que en casa nos gustan más los Reyes Magos… y este año tal vez las pasábamos en el hospital, así que pasamos las Navidades y Alejandro seguía dentro de mamá.

...Nos levantamos, desayunamos y mi marido se bajó a trabajar para tenerlo todo listo para la comida del día de Reyes…
Cómo no, era una mañana fresquita, propia del mes, le preparé el desayuno a mi hijo y me tumbé porque sentía contracciones… Algo me decía que hoy sería el día y llamé a mi mamá a las 10 de la mañana y le dije: Mami vente a por Izan que necesito estar sola.

La mañana iba marchando como tocaba, contracción tras contracción, yo hablando con mi bebé y dándole fuerzas y ánimos para que supiera que su mamá estaba ahí, preparada, apoyándole y bailando al son de su movimiento.  La mañana fue tranquila, mi casa se oscureció, el móvil se apagó y yo estaba en mi mundo, relajada y tranquila, pero a la vez nerviosa por saber cómo sería el parto, cómo sería mi precioso bebe…


...A eso de as 17:00h llamé a mi doula.   Concha llevo todo el día con contracciones cada X minutos, ya ni lo recuerdo  Raquel, olvídate del reloj y céntrate, cuando creas conveniente me avisas e iré….


...Mi madre estaba asustada porque era la primera vez que estaba conmigo en el momento previo al parto.   La luz de las velas marcaba mi horizonte cuando desvanecía…

...A eso de las 19 h aparece Concha por mi casa, sin que hiciera falta llamarla. Tras unos minutos de charla y de tomar asiento, me espía desde la silla del comedor. Me observa para ver en qué punto estoy… Mientras, tranquiliza a mi madre que está muy asustada, quien le dice: “Es que la veo sufrir y eso no me gusta” Tranquila, Carmen, Raquel va muy bien, ella sabe lo que tiene que hacer y lo está haciendo fenomenal.

...Los gritos cada vez se hacen mas sonoros y me cuelgo del sofá como puedo cada vez que viene una contracción. A eso de las 22h viene mi hijo Izan que quiere dormir en casa con mamá y su padre se acuesta con él.
¡No puedo maaassss! Pasan las horas y sigo yendo a más ¿cuándo va a parar? ¿Concha cuando nos vamos?  Cuando tú me digas Raquel.
Eso era sobre las 23:30 h

¡Me cago en todo, no puedo más!  Mientras, Concha me abanica, me da agua y yo siento que estoy llegando al final… Concha no quiero que me pase como con Izan y estar esperando tantas horas….
¡No puedo más Concha…llama a mi padre que se quede con Izan!  ¡Carmen, nos vamos! ¡Alejandro, levántate que nos vamos!

...Sobre las 00:00 h aprox llegábamos al hospital de Manises y a lo lejos una enfermera me pregunta que como estoy ¡jajajaja como si no se viera nena! ¡¡estoy de parto!!

Paso a la sala donde las matronas me atienden y mientras hacen sus preguntas yo solo quiero sentarme en el baño para relajar las contracciones y me dicen que no, que a la camilla para un tacto ¡Dios que dolorrrr!

...De ahí no pude moverme.  Recuerdo a mi doula dándome su mano y ahí es todo un poco borroso, ya me metí en mi mundo donde mis gemidos y mis gritos era lo único que escuchaba.  Recuerdo que Concha me dijo que necesitaba al baño, la cogí fuertemente del brazo y le dije: ¡de aquí no te mueves! un miedo horroroso a perderla durante unos minutos me inundó.  La matrona me aconsejó:  en la siguiente contracción vamos a respirar y soltar el aire. Recuerdo girarme y mirarla y decirle: ¡discúlpame, pero soy de gritar…!

...Concha llamó a mi madre para decirle que ya estaba coronando y luego salió a llamar al papá, entró Alejandro, sentí sus caricias y ella se quedó fuera.

El amor que en ese momento sentí es imposible de describir ¡¡Ya estás aquí cariño mío, mi amor, mi cielo, mi todo!  ¡Ya estás aquí, eres bellísimo!!
Era la 01:22 h exactamente.

...Alejandro se enganchó enseguida al pecho, con alguna pequeña molestia al principio.  Concha se fue a casa y pasamos la noche muy tranquilos los tres, sin visitas.

...Quiero dar las gracias a mi familia por el apoyo recibido. 
A mi madre, que aguantó como una jabata esos momentos a mi lado.
Al Hospital de Manises por trabajar como lo hacen.
Y, cómo no, a mi Doula, por estar ahí, siempre.

¡Mil gracias!"                  

A.M.  Renée 20 de agosto de 2019
Leer relato completo en Mi segundo parto en casa: nacimiento de Renée


"Esperábamos a este bebé al que sentíamos como parte de la familia y ese gran regalo que podíamos hacer a su hermanita Chloé. Esta vez, queríamos estar acompañados no solo por unas matronas, sino también por una doula que supiera validar nuestros sentimientos, así como apoyarnos para que pudiésemos gestionar esta parte tan olvidada en cuanto a partos, la parte emocional, pues ahora iba a haber una diferencia muy grande con mi primer parto, mi hija iba a necesitar a alguien que estuviese con ella. Tal vez podría necesitar mi marido, alguien que le diera tranquilidad, y esa sería Concha, una doula de confianza que encajaba perfectamente en ese rol. Chloé la estuvo llamando “yaya” durante ese día. Siempre la había llamado “Concha”, pero ese día decidió que era algo más…


...El acompañamiento emocional (antes, durante y después del parto) es algo que puede influir en cómo se desarrolle el proceso y eso lo teníamos muy claro, tanto Bruno como yo...

...Contado todo esto, empezaré a relatar el nacimiento de Renée desde el día anterior a su llegada...

17 de agosto de 2019

...Durante el paseo, las olas venían y me hacían recordar mis últimas lecturas de Ibone Olza, Casilda Rodrigañez y Laura Perales… mujeres que empezaban a susurrarme "se acerca el momento, vívelo, que luego pasa rápido y se echa de menos".  Yo sonreía y me apoyaba en Bruno, miraba tiernamente a Chloé, que ya venía dándole las buenas noches y los buenos días a la barriguita de mamá, mientras le decía cariñosamente “vamos Nené, que te estamos esperando”. Esas mujeres me recordaban que bailara esas olas, “relaja el útero, no temas, recuerda esa rana, esa medusa ondulante, deja que tu cerebro primitivo coja las riendas de tu cuerpo y disfrútalo, sobretodo gózalo.”...

18 de agosto de 2019

...3:00 a.m. Llevo un buen rato con olas intensas en la cama, esta postura no me deja sobrellevarlo tranquilamente, además empiezo a sentir un poco de ansiedad, como si ese “gran día” hubiese llegado. Bueno, realmente y en teoría había llegado, hoy era la fecha probable de parto y tanto yo como mi primera hija, habíamos sido muy puntuales y habíamos llegado el día previsto. Renée no iba a ser menos...


...6:00 a.m. He estado controlando las contracciones con el cronometro y vienen cada 15 minutos más o menos. También he ido a despertar a Bruno (me siento un poco sola) y me pregunta si quiero que llame a Concha, nuestra doula. A él no se lo cuento, pero han empezado a venirme algunos miedos, he recordado mi primer parto y pasar por la intensidad de ese momento se me hace un poco cuesta arriba, he dormido poco y me gustaría descansar, sé que la presencia de Concha me va a hacer estar más tranquila, ella me conoce bien y, además, necesito esa energía de mujer experimentada que me transmite paz....

...07:30 a.m. Concha ha llegado, le ha dicho a Bruno que se acueste y siga descansando (le necesitamos con energías para estar con Chloé) y llevamos dos horas mientras vienen olas cada 15/12 minutos… Yo solo tengo ganas de hablar y me siento muy consciente, me da la sensación que al igual que en mi primer parto, voy a empezar a frenarme con la luz del sol.... 
Llevo las contracciones bastante bien, Concha me aconseja que me centre y desconecte, me ayuda a encontrar una postura que me alivie el dolor ¡increíble! La postura acompañada de unos movimientos desde la vagina, abriendo y soltando, me hacen sentir y exteriorizar un gemido que está más cercano al placer sexual que al dolor), se lo cuento todo entusiasmada a Concha, sonríe y asiente. Empieza a entrar el sol, ella cierra las persianas, yo las abro…


...12:00 p.m. Ha llegado Teresa, hemos escuchado su corazón y después de hacer una palpación en mi pelvis, nos hemos dado cuenta que la cabecita está muy alta todavía. Al realizarme la maniobra de “manteo” he sentido como una bola en mis riñones. . Efectivamente la bola que siento en mis lumbares significa que el bebé está en posterior y choca con el hueso de la cadera, por eso no baja y está todo un poco frenado...

 No quiero que termine. Y quiero quedarme sola. 

Esta idea empieza a resonar en mi cabeza...


1:30 p.m. Mientras Bruno se marcha con Chloé, tenemos más de dos horas seguramente para hacer una sesión de reflexología, y además pienso en una ducha y una siesta como algo que realmente necesito. Me apetece charlar, 

...Teresa piensa como Concha, que debería desconectar, pero estoy muy emocionada, tenía muchas ganas de que llegara este día y le cuento con ilusión a la matrona, que las contracciones las estoy disfrutando, que ciertas posturas me ayudan a sentirlas de un modo mucho más suave y que si las bailo mientras suelto el aire como si me desinflara me ayuda a interiorizarlas, estoy viviendo este preparto desde la consciencia, y me gusta. Lo estoy disfrutando y aunque parezca mentira, no quiero que vaya rápido....

...3:30 p.m. ¡Estoy sola, lo he conseguido!

...Voy a darme una ducha, me miro en el espejo… ¡qué imagen! Me veo hermosa, mientras me viene una ola, me observo, la redondez de mi barriga, mis caderas haciendo círculos, mi cuerpo desnudo y mis cabellos blancos sueltos, si pudiera me haría una fotografía con los ojos. Esa imagen me hace sentir poderosa, capaz, bella, en armonía… 
... Me siento fresca y relajada, como una nube que es llevada por ráfagas de suave viento...

4:00 p.m. He dormido, a pequeños ratitos interrumpidos por contracciones que no llevaba muy bien en posiciones horizontales, ya ni siquiera parece que pueda llevarlas bien a cuatro patas, necesito andar. 

Me levanto y miro el móvil, veo sin desbloquearlo que Bruno me ha enviado la ubicación en directo (eso significa que está de camino), en veinte minutos está en casa. Mientras camino hacia el comedor de forma lenta, me viene una ola… la bailo… llego al comedor… otra… me agarro al piano, ¡¡aaaaaahhhhhhhhhhmm! (suena como si hubiese tenido un orgasmo, sonrío). 


...4:15 p.m. Me voy a la cocina, Bruno me prepara el vaso de gazpacho y continúa haciendo cosas tranquilamente. Después de decirle que “hoy Renée cena con nosotros”, me cojo de la torre que tiene Chloé para desayunar, me agarro de los barrotes y empieza otra ola… la bailo, la respiro, esto sigue… y de repente, como en esas películas en las que ves como un barquito navega por un rio tranquilo y serpenteante, de golpe aparece una gran catarata que cae en picado sin apenas avisar....

Así caí al suelo, todavía agarrada de los barrotes de madera, y apretándolos con fuerza, desde mis entrañas y empujando sin poderlo controlar, grité, más bien gruñí – ¡Llama a Cooooonchaaaaaaa! - Bruno me mira desconcertado - ¿Qué pasa cariño?,  no puedo hablar, solo gruñir,  ¡Llamalaaaas a tooodaaaaaaas! ¡estoy empujaaaandooooooo!


Bruno coge los móviles y empieza a enviar mensajes al grupo de WhatsApp que tenemos con nuestra Doula y las matronas. Chloé me mira de pie sin decir nada. Empieza la fiesta…

4:22 p.m. Camino como puedo hasta el baño, me siento en el wáter, pues he notado que se me sale todo por todos los orificios y aun me da por pensar en no ponerlo todo perdido. Me cuesta sentarme y quitarme las bragas, Bruno me ayuda mientras continúa enviando mensajes, tiene un móvil entre la oreja y el hombro y con el otro escribe. Yo me meto la mano derecha como intentando tactarme para ver cómo va por ahí adentro, noto la cabeza al final de mi vagina…
- ¿Que pasa mami? - tengo a Chloé a mi lado, eso es justo lo que deseaba, que mi hija viera nacer a su hermanit@, llevábamos planeando el parto varios meses, quería que Chloé lo viviera, incluso teníamos la piscina montada, todo preparado… 

Pero Renée había decidido que nos iba a cambiar los planes, que iba a romper nuestros esquemas. - ¡Que ya viene Renéeeeeeeeeeeeeee!- Mientras gritaba notaba como su cabecita iba bajando a través de mí. - ¿Quieres un besito? ¿Tienes pupa? – Dios mío, la quiero tanto… - ¡Despueeeeeeeeeeeeees! – y entonces le entra la risa. Para tener dos años y medio, estuvo a mi lado, acompañándome y dándome amor como el que nadie me hubiese podido dar.
Bruno se acerca y me dice – Cariño, no puedes tenerlo aquí (el wáter) – yo, haciéndole señas con el dedo, solo puedo decirle “aquiiiiii, aquiiiiii” (estoy pensando, a ver quién me mueve de aquí ahora)...

...4:28 p.m. Bruno intenta hacer un vídeo para enviar a las matronas de como Renée está coronando, pero en ese momento estoy en pleno “aro de fuego”, y a través del móvil ve como la cabeza ya está afuera. Teresa está hablando con él, le oigo decirle que ponga unas toallas en la cama y me pongo a gruñir – ¡Sueloooooo, suuueeeeelooooooo! – No puedo hablar, tan solo me da para gruñir palabras mientras empujo...

...4:30 p.m. …le miro a los ojos – ¡cógelo! – estoy de cuclillas, agachada, mientras la última ola desliza a nuestra pequeña hacia este mundo. Bruno la toca tan solo para ayudarme a ponerla sobre mi pecho y me siento sobre las toallas… Chloé nos mira y le cuesta acercarse, le doy y me da ese besito que habíamos pospuesto y me sale del alma un ¡¡no me lo puedo creer!!.
A partir de aquí, el tiempo se diluye… Aparece Carol, Teresa… y Concha… 

¿Qué ha pasado? 

Están sorprendidas, Concha no puede contener las lágrimas. Nosotras cuatro, estamos en éxtasis… Puede que hayamos vivido la experiencia más increíble de nuestras vidas. Ha sido perfecto, justo como tenía que ser, puede que ellas piensen que no han llegado a tiempo, pero yo no dejo de pensar que así era como yo quería que sucediera. Necesitaba estar sola, necesitaba desconectar, no sentir a nadie pendiente de mí, nadie con quien hablar (no me puedo contener cuando tengo con quien hacerlo...), y llegar a relajarme hasta llegar a un estado de consciencia alterado que fue la clave en este parto.

He vivido mi parto de una forma íntima e intensa, va a quedar grabado en mi (y en nosotr@s) para siempre.


Chloé dice cada vez que entra alguien, - ¡hay un bebé! ¡hay un bebé! ¡la mamá de Chloé! – ella lo sabe, ha nacido un bebé y ha salido de su mamá.

...Renée nació desmontando mis esquemas, demostrándome lo maravilloso que puede ser estar abierta a la vida, sin miedos, confiando y disfrutando, porque, aunque parezca imposible hablar de disfrutar durante un parto, escribo este relato recordando cada una de las sensaciones que tuve. En ningún momento sentí miedo, tampoco diría que fue doloroso, sino intenso. Durante ese momento me venía a la cabeza la siguiente idea:  repetiría mil veces si pudiera este proceso, esta maravilla de la Naturaleza, perfeccionaría la forma de llevarlo a cabo, sentiría infinitas veces la vida en pleno apogeo...


...Así que antes de salir de este estado en el que me encuentro estos días, escribo el relato del nacimiento de mi leona, con la idea que cada vez resuena más y más en mí.... 

...El cuerpo de la mujer es una máquina preparada con todo lo necesario para realizar este milagro. Lo único que necesitamos es tomar consciencia de él, escucharle y dejarle hacer, sin prisas, sin artificios, sin expectativas y sobretodo sin pensar, desconectar para conectar"...

                    



M.Z. Mora. 13 junio de 2019


"Han pasado poco más de tres meses desde que nació Mora. Poco más de un año desde que me enteré de que estaba embarazada. En el medio, me mudé de país. A veces pienso que Mora vino a acompañarnos en el viaje, en una mudanza y una transformación total de identidad.

Ya mucho antes de quedar embarazada había decidió que quería un parto fisiológico, amoroso y consciente. 

...Necesitaba a una mujer que me acompañara como si fuese mi madre,  una mujer con la que conectar. 
Conocí a Concha en esta búsqueda. Apenas hablé con ella me sentí contenida y bien acompañada, guiada e informada, pero con libertad de elegir sin ser juzgada...

Días antes de que el parto se desencadenase, me sentía distinta, estaba segura de que el momento estaba llegando y el dolor lumbar empezó a aparecer. Miro fotos de esos días anteriores y mis gestos, mi piel y la enorme panza hermosa, así lo anunciaban. 

...Empezó una madrugada con lentas y suaves contracciones. Me desperté en la... 

Apenas me desperté le escribí a Concha contándole. Era 12 de junio. Ese mismo día por la tarde temprano a eso de las dos de la tarde volvieron las contracciones. Subí a la habitación y la oscurecí. Empecé a meterme dentro mío...

...Nos quedamos solas en la habitación, ella era una presencia silenciosa casi invisible pero que me daba seguridad, confianza y contención. Empecé a sentir más intensidad en el cuerpo, a vocalizar la A, la O,  a necesitar estar en cuatro patas. Me iba agarrando y desplazando por la habitación. En un momento le dije a Concha que estaba lista para ir al hospital... 

...Empecé lentamente a volverme hacia adentro, a recuperar el diálogo con mi cuerpo y con Mora que había dado la señal a mi cuerpo para salir 

Las contracciones retomaron su ritmo, cada vez más intensas. No lo recuerdo como algo doloroso, solo la sensación de apertura total, de intensidad extrema, de transpiración y de desconexión total con respecto al mundo.

Tenía mucho calor. Concha estaba sentada, apenas observando. Algunas veces me propuso ir a la ducha, con la pelota y mientras me ponía agua caliente en la zona lumbar yo gritaba muy fuerte la A la O, retorcía mi cuerpo.

...abriendo lentamente mis huesos, mis músculos, mi emociónNo me resistí. Me abandoné y me entregué al dolor, a lo que venía, a una fuerza que ya no se iba a detener. Nada me importaba. 

Era como si estuviese sola con Mora abstraídas, en un tiempo y espacio que no compartía con nadie y que solo Concha ingresaba en el momento exacto que la necesitaba sin que tuviese que pedirlo. Recuerdo varias veces mirar a Concha y decirle "estoy temblando" "me tiemblan los músculos del cuerpo"...  ! Luego, hablando, me dijo que mi voz se había vuelto aullido, gemido, mucho más grave y profunda... 

Al salir, creo, me sugirió una posición distinta, subida a la cama, las rodillas abiertas y los pies juntos. 

...Cuando bajé de la cama ya no podía cerrar las piernasMientras me llevaban a que me hicieran el reconocimiento, en la silla de ruedas, gritaba porque no podía moverme, quería empujar ahí mismo... 

No pude subirme a la camilla y fui directo con la partera (*) a la sala de partos. No pudieron hacerme ningún monitor intermitente. Me subí a la cama y en la misma posición, rodillas separadas y pies juntos, pujé tres veces (cuando lo sentí) y nació Mora. Sólo estábamos Rodrigo, la partera (*) y nosotras dos. 

...Yo me sentía como si nada, liviana, radiante, poderosa... 

Después de los meses que pasaron y mientras lo escribo me emociono mucho. No sentí miedo y creo que fue gracias a que Concha, Rodrigo y yo teníamos la convicción de que podía hacerlo, ya que mi cabeza se desconectó.  Mora y yo estábamos protegidas, dentro de nuestro mundo. 

Volvería a parir así una y mil veces. Fue la mejor experiencia que tuve en mi vida. El ritual más poderoso. 

Estoy enormemente agradecida, a Mora, a mi cuerpo y a Concha por permitirme transitar esta experiencia que es profundamente emocional, aunque se revele en nuestros cuerpos gestantes y deseantes. 

¡Sabemos parir!  Pocas semanas antes de parir me acompaño esta frase que leí por ahí... 
“Abre tu mente. Abre tu corazón. Abre tu boca. Abre tu vagina

                

L.S. Anahí, 20 septiembre de 2019
Leer relato completo en RELATO de parto: Anahí             

Finaliza la Semana Mundial por un Parto Respetado 2020 y yo lo hago compartiendo el relato del segundo parto de Laura, quien, amablemente me lo ha enviado desde Colombia para tal fin. Cuando se habla de acompañamiento, quedan muchas lagunas, porque hay muchas maneras de acompañar...

Acompañar como DOULA es estar junto a una mujer de parto, en su estado más salvaje y mamífero, sin intervenir, sin apenas hacer nada, respetando su proceso y sabiendo que, solamente ella junto a su bebé son los protagonistas de esta historia de amor incondicional.  Par mí, es un verdadero regalo, un disfrute, una vivencia que yo, como mujer y  doula, gozo desde el fondo de mi útero.  

Gracias, Laura y Anahí por regalarme esta experiencia.  Gracias Samuel, por permitir a tu compañera que llevara a cabo sus deseos. 


"ANAHI nació el viernes 20 de septiembre de 2019 a las 4:08 h de la madrugada, tras varios días de estar esperándola. Nació en la semana 41+3, a dos días de inducirme el parto según protocolo, tras todo un proceso de espera, mucha paciencia y de conexión con mi bebé

El 19 de septiembre después de un largo paseo por la playa y de un baño en el mar, sentí que debía guardarme en casa. Desde las 8 pm en la terraza de casa, mientras Samuel hacia de jardinero, yo comencé a conectarme,  moviéndome con la pelota de pilates,  escuchando una música muy potente, comencé a sentir que venia y entramos dentro de casa, apagamos la luz y encendimos velas y ahí comencé a sentirlo mas intenso, vocalizando con la Aaahh cuando venía la contracción y concentrándome en el proceso de apertura... Seguimos escuchando la música que nos acompañaba y yo confiando en mi poder como mujer.

A las 10 de la noche, llamamos a Concha, mi doula, la de mi primera hija y de la segunda, en quien confio plenamente. Tengo una complicidad muy bonita y una amistad muy especial de más de siete años y le contamos que ya estaba en proceso de parto. Concha llegó cuando las contracciones eran cada 5 minutos y para ese momento la intensidad era alta. Sobre la 1 de la mañana decidimos ir al hospital y cuando llegamos eran casi las 2 am y muy amablemente me recibieron Laura, una ginecóloga y Fran, el matrón.

Pregunté si la casa del partos estaba libre, una habitación única en el hospital con bañera, y diversas herramientas para poder parir naturalmente. Justamente estaba desocupada y me la ofrecieron. Fue el primer regalo. Cuando Fran me hizo un tacto estaba sólo de 3 centímetros y en ese momento me vine abajo porque la intensidad del dolor era tal que pensé que no lo iba a conseguir de forma natural y solicitaría la epidural...

Fran, el matrón lo aceptó sin juzgar pero me comentó que, en ese caso, debería salir de la casa del parto porque era solo para partos naturales. 
Muy hábilmente Concha me animo a ir a la ducha, era un espacio muy grande, me desnudeé completamente y comenzó a tirarme agua caliente en la parte baja de mi espalda. El dolor comenzó a aliviarse a través del agua caliente, sentí el impulso de ponerme en cuatro patas como en el primer parto y mientras Concha me tiraba agua caliente, apagó la luz y todo estaba oscuro, logrando entrar en mi mamífera con una rapidez increíble.

Rápidamente me encontré en 8 cm y al rato sentía empujar y era una gran intensidad. Concha me animaba, me daba paz y estaba en el presente y pendiente. A la brevedad, aviso a la ginecóloga que ya quería pujar.

Al momento ya estaba en 10 cm y la ginecóloga me pidió salir fuera de la ducha. Yo no quería moverme de allí, pero me convencieron y me sacaron a la habitación, rendida y confiando, me sentaron en una silla de partos, de media luna, con las piernas abiertas y Laura me indicó que me agarrara a unas cuerdas al techo y así, pujara conforme sintiera la contracción.

Con luz tenue, Concha en mi espalda agarrándome los hombros y el matrón y la ginecóloga tirados en el suelo esperando la llegada de Anahi. Mi cuerpo se inclinaba hacia delante cerrando el paso de Anahi, Concha reclinó mi cuerpo hacia atrás...
Confié en mi misma y en ellas y el y pujé, salió la cabeza y en el siguiente empujón el cuerpo… una explosión de vida y mi bebe estaba encima de mí, sintiéndola en mi piel.

Al momento mi doula salió del paritorio y  entró Samuel, mi compañero. Esperaron unos minutos para cortar el cordón umbilical, vi como mi útero alumbraba la placenta y solicite guardármela para poder llevármela.

El parto fue muy respetuoso, como yo lo quería, precioso, consciente, donde yo me sentí apoyada, empoderada, pariendo en vertical, conectada con mi mamífera y mi mujer salvaje, confiando en mi misma y en las personas que me rodeaban".


 C.M. Río 22 septiembre de 2021
  Leer relato completo en El parto de Claudia y el nacimiento de Río

Otra mujer que ha querido compartirme el relato de su parto tal y cómo lo ha sentido, tal y cómo lo recuerda.

Cuando nos encontramos por primera vez, me dijo que no tenía miedo al parto, sino que temía a los protocolos hospitalarios, a no ser respetada, a no ser tratada como ella quería. Como si tuviera una premonición...

Me habréis visto decir cientos de veces lo afortunada que me siento,  porque es verdad, absolutamente.  Compartir momentos íntimos, emociones, miedos, ilusiones y esperanzas con una mujer embarazada, estar con ella en su preparto hasta donde los “protocolos” hospitalarios me permiten y seguir a su lado viendo cómo crece su bebé es un regalo de los cielos.

“Miércoles 22 de septiembre. Han pasado 7 días desde la fecha probable de parto. He hablado mucho con Concha, mi Doula, sobre este tema. La fecha probable de parto es solo eso: probable. Sé que no debo agobiarme, “Río nacerá cuando esté preparado”Pero yo soy sietemesina, y en algunos países dicen que eso va acompañado de una impaciencia innata que mi hijo pondrá a prueba desde mis entrañas. 

A las 21:00 h empiezan las contracciones. Son soportables, las llevo bien, estoy emocionada, contenta, aunque algo dentro de mí sabe que todavía falta mucho.  Lilo (mi pareja) duerme, yo no quiero estar sola, y aunque entiendo que él debe descansar porque le esperan muchas horas a mi lado, me enfado. No lo muestro, pero me enfada su calma antes de la tormenta. “¿Cómo puede dormirse?” 

Bajo a casa de mi madre, el dolor se hace más intenso, tengo ganas de llorar. Mi madre me cuida, me habla suave, con amor, me acompaña y disimula su preocupación. Yo también disimulo, sonrío y sólo pienso en Concha, sé que con ella no hará falta disimular.

...Íbamos a esperar un poco para no precipitarnos, pero sale la sietemesina que llevo dentro y llamamos a Concha. Esperemos a que las contracciones sean más regulares 

4:30h  Voy para allá”

Estoy en el sofá cuando abre la puerta con energía suave, le sonrío, me acaricia.  “Acuéstate le sugiere a mi pareja. Me siento mal por mi exigencia previa que descanse, será lo mejor la noche va a ser larga…

...“¿Ya estoy de parto? Pregunto.  Estás en preparto contesta Concha con mucho amor.  ¡Dios!   Empiezan los primeros miedos, al tiempo que pasa, al cansancio, al dolor, al expulsivo...

...Llega el momento de irnos, Concha y Lilo recogen con prisas, me ayudan a vestirme. Mi madre está abajo, con los ojos a punto de parir lágrimas que me contagia.  Qué hija más valiente tengo me repite abrazándome. Era el chute que necesitaba. Voy a parir a mi hijo. 

...Llegamos al hospital y nos despedimos. Veo en los ojos de Concha su deseo de quedarse conmigo…Me ha acompañado todo el embarazo, ha puesto nombre a mis inseguridades, es la persona que más sinceros “¿cómo estás?” me ha preguntado. Sabe que debemos confiar en un sistema que no siempre nos respeta… 

Concha no se va a separar del teléfono en las próximas 18 horas, que es lo que tardará Río en nacer.

...No sé si fue el óxido nitroso o el cóctel hormonal lo que me hizo no recordar las cosas nítidamente a partir de este momento. Tengo “flashes” de besarle las manos a las matronas y de odiar a las ginecólogas que entraban a amenazar con protocolos temporales absurdos.

...De madrugada esa calma ya no es tan absoluta. Empiezan a entrar más, las ginecólogas se impacientan. Ya hemos oído la palabra “cesárea” unas cuantas veces, pero las matronas saben que no la quiero, se han leído mi plan de parto y además no es necesaria. 

Me van a poner oxitocina, y epidural. Pienso en Concha. Lilo habla constantemente con ella, y eso me tranquiliza.

“Vale, estoy muy cansada, pero que me pongan poquita, quieto notarlo”. 

Concha me decía siempre que vamos a hacer todo los que esté en nuestra mano para que el parto se parezca lo máximo posible a cómo lo queremos, pero hay situaciones que se nos escapan, y ahora con la distancia pienso que la oxitocina y la epidural me salvaron de una cesárea.

La cabeza de Rio no bajaba, estaba de 9,5 cm y se había estancado. El protocolo decía cesárea, pero las matronas me “salvaron” cambiando las horas de los tactos protocolarios, para ganar tiempo. 

Después de mucho movimiento, mucha luz, y mucha gente entrando y saliendo del paritorio, llegó la paz, el silencio. Sólo dos matronas que me hablaban suave y me decían lo bien que lo estaba haciendo. Todo iba despacio, sin prisas. Mi hijo estaba naciendo, no me lo podía creer. Me ponen un espejo, veo su pelo. Lo toco. Empujo, empujo. Empujo suave, soplando cuando va a salir la cabeza.  “Empujas muy bien” me dicen. Sale la cabeza de Rio. La cara de Lilo es un poema, un empujón más y está fuera. Me lo ponen encima. Resbala mucho y huele raro, no consigo verle la cara. ¿A qué huele? ¿No dicen que los bebés huelen bien? Huele raro, no bien, eso vendrá más tarde. Me da miedo moverlo y todavía no le veo la cara. Me mira, con unos ojos que parece que saben algo que yo no sé. 

“Ya está”, pienso, sin saber que esto acababa de empezar… 

No sé qué hubiera sido de mi embarazo, mi parto y mi postparto sin una doula, sin Concha. Lo único que cambiaría sería que Concha nos hubiera acompañado también en paritorio, que mi pareja también hubiera tenido a alguien que le dijera que todo estaba bien, aunque yo gritara que me moría, alguien que velara por mi intimidad cuando el paritorio se llenaba de gente... 

Mi hijo cumple mañana 4 meses y tengo una historia muy bonita que contarle sobre las Doulas..."



L.A. Vega  11 de octubre de 2021

"Me siento muy afortunada y agradecida porque pude estar acompañada por Concha y eso me permitió soltar mis preocupaciones: el cómo sería cuando me costara aguantar las contracciones, el cómo saber y decidir cuándo ir al hospital, las ideas de cómo colocarme si yo misma no lo veía claro, qué hacer si surgen imprevistos, si rompiese aguas, si vienen contracciones muy irregulares, etc. Se dice rápido y ¡se vive intensamente! Cada minuto del parto y cada día del embarazo con más o menos preocupación, marca una diferencia abismal.

Aun teniendo un entorno que me apoyase (pareja, familia, amigos), contar con una persona capacitada precisamente para dar apoyo, de confianza, y con plena disponibilidad, día y noche, fue muy enriquecedor

...Así fue también en el acompañamiento durante el embarazo. Reservar un tiempo de calidad con alguien con experiencia para pensar en el parto y postparto es muy valioso, y me hizo estar más centrada y tranquila cuando llegaba el final

...Llegó el día en que empezaron las contracciones, y saber que contaba con Concha me permitió disfrutar más aún de todo el proceso

...Saber que vendría otra etapa en las contracciones en la que ella iba a estar en mi casa me daba fuerza adicional, la de concentrarme sólo en el siguiente rato, sin preocuparme en cómo sería más adelante.

Cuando las contracciones subían de nivel y empezaba a pasarlo peor, llegó ella, y así, en su presencia, las contracciones se hicieron más intensas y frecuentes, más efectivas.

Recuerdo mirarla con mis ojos de niña asustada y decirle: "Esta contracción ha sido fuerte. Ya quería que parara". Sabía que Concha iba a comprenderme sin sufrir por mí.

Fue ella quién me apresuró a ir al hospital, y yo tenía algo de miedo a lo que quedaba, pero estaba tranquila

Concha entregó el papeleo mientras mi marido aparcaba, y yo pude concentrarme simplemente en buscar el siguiente sitio al que poder agarrarme en cuclillas (que fue la parte de abajo del mostrador).

Nos despedimos allí (puesto que al hospital entró mi pareja) y fue precioso poder darle ese abrazo a Concha lleno de dicha y agradecimiento, con la plena confianza de que todo saldría muy bien. Fue precioso poder compartir ese momento con alguien a quien había podido acercarme tanto esos meses atrás.

Apenas dio tiempo a hacerme un tacto entre contracción y contracción. Bajé corriendo al suelo para ponerme de rodillas agarrada a los brazos del potro, sintiendo que ya necesitaba empujar y, así, di a luz en el suelo, gritando, con mi marido alentándome, avisando de que ya estaba allí la cabeza, ya estaba allí mi niña.

Para mí el acompañamiento personal es muchísimo más valioso y relevante para los bebés y para nosotras que tantos objetos o ropas. Tener a una persona con sabiduría y experiencia como una doula como Concha, es un regalo único que una madre puede hacerse, a su bebé, a su familia y a sí misma."

M.S. Mario, 15 de agosto de 2022 

Leer relato completo en Mi segundo parto ¡ahora en casa!

Su marido me dijo que Mayte llevaba más de cuatro años preparando este parto, justo desde que nació su hija...

Ésta ha sido una gran experiencia de acompañamiento para mí pues, aunque todas tienen un rinconcito en mi corazón, acompañar un parto en casa cuando se trata de una mujer tan serena, tan segura, tan confiada… es un auténtico privilegio y una enseñanza de vida.

...“Durante mi primer embarazo asistí a las clases de educación maternal de la matrona e hice musicoterapia, yoga y matronatación para embarazadas, pero tenía miedo y no supe ni quise pedir ayuda ni investigar mucho, confiaba (inocente de mí) en que llegado el momento todo fluiría.

Mi primer parto no fue malo, pero sé que si me hubiera sentido más acompañada hubiera tomado otras decisiones. Ahora sé que el desarrollo del parto tuvo implicaciones directas en el sueño y el nerviosismo de mi cría, y también soy consciente de que si me hubiera preparado de otra manera para tal acontecimiento (sin culparme por ello, ya que no es mi labor, sino la de los sanitarios), el posparto hubiera sido muy diferente.

...Sabía que si en algún momento volvía a estar embarazada estaba en mi mano no volver a caer en los mismos errores.

Buscando y gracias a la recomendación de Laura Perales Bermejo (grandísima profesional), conocí a Concha, mi doula y una maravillosa persona.

Durante el embarazo ella me ha ayudado con todas las dudas que me han ido surgiendo, me ha apoyado en no firmar procedimientos informados del hospital con los que no estaba de acuerdo, aportando mi visión para intentar cambiar las cosas, ha calmado mis miedos, y en especial me ha apoyado en discernir sobre la posibilidad de tener un parto en casa, sin influir en mi decisión, pero aportando información sobre los pros y contras y dándome confianza en mí misma y mi valía como mujer y madre.

Porque sabía lo que no quería, aunque no podía imaginar cómo podía ser, finalmente, mi decisión (nuestra, con mi pareja) ha sido la más consciente que he tomado en mi vida: un parto en casa acompañada por mi marido, mi hija de 4 años, Concha y dos matronas también maravillosas: Teresa Huelga y Sandra Peiró.

Aunque lo que organizas no siempre se vuelve realidad, y la intuición de Concha sobre mi parto, al ser multípara, se confirmó: fluido y rápido.

Y un 14 de agosto, dos semanas antes de lo previsto, inició mi proceso de parto. Ya llevaba unos días muy pesada, pero es que el verano estaba siendo excesivamente abrasador.

...Ya por la noche, sin apetito, pero queriendo acompañar a mi hija en la cena, al no poder sentarme en la silla ni en la pelota es cuando fui consciente de que ya faltaba poco para tener a mi bebé en brazos.

...Qué sensación de dejar fluir tan bonita que no pude disfrutar en mi anterior parto a causa de las prisas y el miedo que me hicieron sentir a pesar de estar todo bien. Ahora todo fluía, con una mezcla de armonía, paz y rapidez, en el momento que tocaba, y sin intervenciones de personal ajeno a mí.

La rotura de aguas puso en alerta a Concha y a Dani. Ahí supe que las matronas no iban a llegar a tiempo, pero, aun así, seguía confiada. Días más tarde mi marido me confesó que se asustó tanto que estuvo a punto de llamar al 112, así que gracias Concha por acompañarle también a él.

...La cabeza ya asomaba y el pequeño estaba realizando los últimos ajustes para terminar de salir. Dani, preparado para coger al bebé en caso de que yo no pudiera. ¡Qué maravilla, poder tocar su cabecita a punto de estar al otro lado de mi piel! Mi niña mirando la cabeza de su hermano (por unos segundos, que tampoco quería perderse el capítulo de la TV). Y entonces, en un último empujón, Mario consiguió salir resbaladizo, pequeño y precioso, como no lo hubiera imaginado nunca. Se me escapó, pero pude cogerlo pasado un simple instante, de las manos de su padre, quitarle el cordón de alrededor de su cuerpo y llevarlo a mi pecho.

¡Qué momento, que felicidad!. Un nacimiento sano, sin mucho dolor, sin intervenciones de desconocidos, segura de mi misma, acompañada por quien quería, y feliz, tan feliz de sentir que yo lo había logrado, que lo habíamos conseguido juntos.

...Cuando llegaron las matronas, tomaron el pulso del cordón, y como todavía latía, dejaron que mi pequeño siguiera respirando y alimentándose por partida doble.

...Como resumen de mi parto, solo puedo sentir agradecimiento y plenitud.

Tengo la imagen de esos últimos minutos antes de ver la cara y el cuerpo precioso de mi bebé, de Concha en lo discreto, de Dani nervioso y de mi hija emocionada en sus cortas visitas.

Una de las dudas en pareja era si queríamos que mi hija estuviera presente. Después de haberlo vivido pienso que fue una decisión de lo más acertada. No sé si ella recordará el nacimiento de su hermano en unos años, pero sé que le ha ayudado a integrar su nacimiento de una forma más natural, y que quizá, en unas décadas, le ayude a vivir sus procesos reproductivos sin tantos miedos culturales ni tabús.

A mí me emociona sentir lo que logré y lo que vivimos en familia.

Y, por último, añadir que te permitas el lujo emocional de poner una doula en tu vida desde el mismo instante en que pienses en quedarte embarazada.

¡Gracias Concha! ....


Y.L. Sara 21 de diciembre de 2022

"La llegada de Sara ha sido un regalo y una bendición tanto para mí como para mi pareja.

Después de una pérdida hace más de cinco años, después de muchas pruebas, después de un diagnóstico de endometriosis y someterme a operación, después de visitar a nueve ginecólogos, con un diagnóstico de infertilidad (con la única posibilidad de intentarlo mediante ovodonación y donación de esperma), siempre buscando la oportunidad de quedar embarazada de manera natural... después de todo esto. sucede el MILAGRO.

En mayo del 2022 me hice la prueba de embarazo y aunque tenía un retraso de dos periodos, estaba bastante convencida de que daría negativo y que estos retrasos eran por la endometriosis. ¡Cuál fue mi mayor sorpresa y mi mayor alegría cuando vi que daba positivo!

...Había oído hablar de matronas, parteras y doulas. Al buscar información sobre doulas me encantó que ofrecían un acompañamiento emocional y un apoyo durante el embarazo y el parto, incluso después.

...Durante los meses de embarazo, mi doula venía a casa y yo podía hablar con ella de todas mis dudas y preocupaciones, ella siempre arrojaba luz y calma a mi mente y a mi corazón.

Fue muy tranquilizador para mi tenerla y poder contar con su sabiduría, con su presencia y con su amor. Cada duda, cada temor iba siendo hablado y liberado. Así poco a poco fui cogiendo más confianza en mí, en mis capacidades para dar a luz y traer una nueva vida.

...Agradecer también a mi cuerpo porque todo el embarazo fue muy bien, estaba tranquila y centrada preparándome para el momento más importante de mi vida… conocer a mi hija.

Y llegó ese momento, un 21 de diciembre de 2022, en el solsticio de invierno, mi brujita ya estaba con nosotros.

...El parto fue muy bien y muy rápido, una experiencia brutal para mí, donde conecté con lo más salvaje y poderoso de mi interior. Algo que me hacía gritar durante todo el proceso, gritar, soltar, liberar. Abrirme y fluir con las contracciones.

Recuerdo que la ginecóloga me dijo “ayúdala, ayúdala” refiriéndose a mi peque y eso me emocionó y aun conecte más, para abrirme y dar paso a Sara, incluso mentalmente pensé “venga, peque, nosotras podemos”. Esto no lo había contado a nadie y al ir escribiendo, me ha venido otra vez la sensación y emoción de ese momento.

¡Qué gran momento el traer una vida!, nace un bebé y nace una madre. No lo olvidaré nunca.  Y creo que el tener a una doula y más a Concha, a mi lado durante el embarazo y en el parto, me dio esa tranquilidad y confianza de que era capaz de hacerlo, de que yo ya sabía, y de que quería vivir todo esto desde un lugar de serenidad y fortaleza.

Eso es lo que transmite y ofrece Concha, un acompañamiento desde el respeto, desde la escucha, ofreciéndote seguridad y comprensión, para que tú creas en ti y te sientas poderosa.  Doy gracias a la vida por haberme cruzado con ella y gracias a ella por la labor tan bonita y necesaria que hace. 

Pon una doula en tu embarazo y seguro que conectarás con tu poder interior y, sobre todo, nunca te sentirás sola.





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