El parto de Taty. Nacimiento de Kira.


Me llamo Taty y soy de Ukrania, aunque llevo muchos años en España.
Me quedé embarazada y al no tener familia cerca sentí miedo y desconocimiento respecto a cómo me iba a enfrentar al proceso.

Una amiga me dijo que buscara a una Doula. No sabía lo que era y comencé a buscar por Internet. La primera que me encontré fue a ella, a Amama Doula, y al llamarla por teléfono su voz ya me dio confianza.

Por entonces yo vivía en Navarra aunque mi residencia habitual estaba en la provincia de Murcia.
Empecé a buscar hospitales donde me respetaran durante el parto y en el mío de referencia no sabían a qué me refería.

Iba a comenzar mi aventura de "turismo obstétrico"  que más tarde comenté en esta entrada de El Parto es Nuestro.

Contacté con Concha para ver qué disponibilidad tenía y le pregunté por hospitales que tuvieran protocolos de parto respetado pues tenía malas experiencias hospitalarias de cuando era más joven y me aterrorizaba el trato que pudiera recibir.

Me habló de varios y decidí contactar con el hospital de Manises. Me dieron cita y como ciudadana de otra Comunidad tuve que cumplir unos requisitos que empecé a gestionar. Uno de ellos era el empadronamiento en la Comunidad Valenciana, en un domicilio donde pudiera estar localizable.

Hablé con Concha para que me ayudara a encontrar un lugar donde quedarme hasta que diera a luz y posteriormente hasta que estuviera restablecida y me marchara a mi casa.
Ella me comentó que, si me parecía bien, podría alojarme en casa de uno de sus hijos… y me pareció una buena idea.

Por entonces estaba embarazada de ocho meses.  Llegué a Valencia a mi primera cita con la que sería mi Doula. Y me recibió en el portal del domicilio de la novia de su hijo, donde pasaría los próximos meses.

Yo había hecho el viaje conduciendo desde el pueblecito costero en la playa de región de Murcia, donde tengo mi casa.  Este día también acudió el padre de mi hija desde Navarra.

Yo estaba emocionada, expectante…

Lo primero que hicimos fue ir al distrito de zona del Ayuntamiento para empadronarme y comenzar a mover los papeles para el Hospital.  Me sorprendió la amabilidad a la hora de facilitarme las cosas de la familia de María, la nuera de Concha,  que siendo personas desconocidas no pusieron ninguna traba. Mi Doula les había explicado la situación en que me encontraba. Esta mujer, Concha, iba a resultar más que una Doula…

Una vez solucionado lo del padrón, me instalé en casa de una pareja de jóvenes, Pau y María, que me habían preparado una habitación a modo de nido, con una cama de matrimonio y todo lo necesario para una estancia agradable.

Pasado el fin de semana fui al hospital a llevar los papeles que me habían solicitado. Me recibió el jefe del servicio de Ginecología, le comenté que tenía a una Doula y que estaría conmigo en el parto, y él me dijo que la conocía personalmente. El trato fue muy especial, me preguntó cómo fui a parar allí, no comprendía por qué si, según él no hacían nada especial a otros hospitales...  Y sí que lo hicieron.

También desde el departamento de Administración me atendieron de forma muy personalizada, atendiendo mi caso con mucho interés y rapidez. Mi agradecimiento a Ana Pallarés Reboll será eterno.

Una vez los papeles en regla, ya pude relajarme. Los días en casa de María y de Pau transcurrían con mucha tranquilidad, me sentía relajada, cuidada, me preguntaban si necesitaba algo, me preparaban  la comida, me incluyeron como si fuera de su familia. Sentía amabilidad, atención, cariño…

Quedé en varias ocasiones con Concha para hablar sobre cómo me sentía, para hablar sobre el parto que yo quería. Tenía claro que no quería intervención alguna, ni epidural, ni medicación. Quería que mi Doula estuviera a mi lado en el parto, pues mi pareja no quería estar y yo lo había asumido y respetado.

En un momento dado sentí que mis piernas no estaban bien del todo, estaban muy hinchadas, retenía mucho líquido y estaba muy cansada. Le comenté a mi Doula lo que me pasaba y me dijo que fuera al hospital para descartar cualquier anomalía. Resultó ser una retención de líquidos y aparte del descanso con las piernas en alto, no me dieron otra recomendación.

Amama Doula en todo momento estuvo a mi lado. Me trajo arcilla para rebajar la presión en las piernas y por indicación mía consultó con una homeópata quien me recomendó un tratamiento indicado que me fue muy bien.

Llegando a la semana 40, se presentó un problema en cuanto a mi fecha probable de parto. A pesar de que yo lo tenía muy claro, en el hospital de Navarra habían calculado una semana antes y así lo habían puesto en mi expediente de Manises, lo que me causaba mucha angustia pues yo sabía que necesitaba un tiempo más. Me acuerdo que hablé con Amama quien me dijo que lo hablara con ellos y les dijera que me rectificaran la fecha. Y me fui al Hospital de Manises a comentarlo.

Hablé de nuevo con Ana quien se encargó de contactar con las matronas y comentarles mi caso. Me recibieron en ginecología y gracias a mi insistencia y la seguridad de que me faltaba una semana, accedieron a rectificar la fecha probable de parto.

Rompí aguas a las doce de la noche del miércoles 29 a jueves 30 de octubre, tras haber estado trabajando desde mi ordenador portátil.
Se lo dije a María quien estuvo conmigo aportándome calma, fue ella quien llamó a su suegra, mi Doula,  para decírselo.  Vimos que las aguas eran claras y María y Pau controlaron un tiempo mis contracciones, que eran muy espaciadas y todavía indoloras. Llamé al padre de mi hija para decirle que había llegado el momento pero que no cogiera el coche de noche… que viniera al hacerse de día

A las 8 h de la mañana vino Concha a verme. Me sentía emocionada pero tranquila. Viendo que todo marchaba con normalidad y yo estaba bien, ella se volvió a su casa y me quedé en mi nido con la vigilancia atenta de María.

Gorka llegó a mediodía y nos fuimos a dar una vuelta. Me volví a casa en el momento las contracciones comenzaron a ser más fuertes.  Y me encerré en la habitación para no salir hasta la hora de irme al hospital. Mi Doula la había acondicionado... las persianas bajadas, la pelota, las mantas, una velita como toda iluminación...

Perdí la noción del tiempo y no quería salir ni irme de allí a pesar de que Concha, que estaba a mi lado,  me decía que se acercaba el momento de marcharnos por estar la bolsa rota.
En mi pelota y enrollada en una manta, me olvidé del mundo. Las contracciones eran fuertes y seguidas. Yo vomitaba, mi Doula me decía que era normal...
Fue mi Doula quien le dijo a mi pareja que me cogiera para marcharnos pues me negaba a salir de mi planeta, me sentía muy sensible a todo lo externo.

A la llegada al hospital dijeron que entraba yo sola a monitores pero dije que quería a mi Doula conmigo y me dijeron que más tarde entraría, sin embargo insistí: si no venía conmigo no entraba y la dejaron estar a mi lado. La matrona que me atendió me pidió de hacer un tacto y le pregunté a Concha quien me dijo que igual era conveniente para que la matrona tuviera una referencia... Creí que estaría más dilatada, pero estaba de 2 cm y me quedé ingresada por llevar horas con la bolsa rota. 

Me quedé en la sala de dilatación con mi Amama al lado. Me pusieron los monitores para ver cómo estaba mi bebé y controlar la frecuencia de las contracciones. Me sentí agobiada, necesita quitarme las correas y caminar, moverme.
Sin las ataduras comencé a pasear por la habitación, a beber agua, tenía mucha sed y quería agua fría (¡que nunca bebo agua si no es natural del tiempo!) e hice salir a mi Doula a comprarme agua fría a las máquinas de la planta. Ahora lo revivimos y nos reímos juntas…

Comencé a tener ganas de ir a hacer pis y en el water, sentada en esa postura, me sentí cómoda. Entonces Nuria Bixquert, mi encantadora y profesional matrona, me preguntó cómo estaba y le dije que aliviada, que sentía que en una postura así podría parir. Y le dijo a Concha que me iba a traer la silla paritoria.

Estaba en el momento final. Me senté en la sillita. Nuria delante, de rodillas. Diego, un auxiliar que estuvo aguantándome físicamente con la fuerza de sus brazos mientras yo pujaba, me sujetaba por la espalda y hombros. Y mi Doula, a mi lado, dándome la mano.

Kira nació rápida, la cogí y Nuria la puso en mi regazo. Pasados unos minutos yo misma corté el cordón y enseguida estuvo agarrada al pecho.

Doula, matrona y auxiliar, son equipo de tres grandes profesionales que con cariño y amor la dieron la bienvenida a mi hija.

Ahora hace un poco más de año y medio. Al recordar todo estoy reviviendo otra vez. Estoy llena de emociones muy agradables. Me siento muy feliz y afortunada por poder tener un parto así, como yo deseaba: escuchada, respetada, acompañada por quien quería, atendida en todos momentos y en todos detalles. Y todo esto gracias a mi Doula, Amama de mi hija. Sin ella seria todo distinto, ¡no quiero ni imaginarme lo que podría pasar!

Concha, en alguna ocasión ya te dije y vuelvo a repetir, que gracias a personas como tú aparecen ganas de tener hijos. Y si algún día me quedo embarazada otra vez, (ahora teniendo experiencia, mas conocimiento y mucho aprendido!) aun así, sin ninguna duda voy hacer todo lo posible para que me acompañes en todo proceso otra vez. Fue muy importante tu acompañamiento para mí antes de parto, en el parto y postparto, que dura hasta día de hoy. Gracias Doula!




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