Lo
prometido es deuda Concha, dije que
escribiría mi parto para tu blog y por fin aquí está, han tenido que pasar
quince meses, lo sé, pero mi vida ahora con tres niños en casa deja tiempo para
poco.
Como
decía, han pasado quince meses pero esto se lo debía a mi querida Doula, bueno,
nuestra querida Doula, de Mónica y mía.
“Cuando
pienso en todo lo que ha pasado y cómo ha pasado, todavía se me ponen los pelos
de punta. El parto de Mónica ha sido como un regalo del cielo, pero no ha sido
un regalo, no, ha sido un trabajo largo e intenso.
Mis
dos partos anteriores fueron provocados, yo tengo ciclos largos y mis embarazos
son largos, con fecha corregida, aún así me plantaba en la semana cuarenta y
dos. Ni señales del más mínimo movimiento y, claro, al tratarse de partos
hospitalarios de ahí no te dejan pasar. Así que al ingreso, primero las
prostaglandinas por si te ayudan a ponerte de parto “tu sola”, el siguiente
paso es la oxitocina sintética.
Con
la primera, Marina, tuve epidural y episiotomía… Con Javito, el segundo, decidí
no ponerme la epidural (esto fue lo único que pude decidir) y la episio ya no
estaba “tan de moda”, pero daba igual, debido a los pujos súperdirigidos y
todas las intervenciones realizadas (Kristeller incluida, desaconsejada por la
OMS por su alto riesgo), el desgarro fue bastante considerable y la
recuperación muy larga.
Esa
experiencia no lo quería repetir por nada del mundo, yo quería sentir lo que
era ponerse de parto, que mi hija decidiera cuándo quería nacer porque ese es
el momento exacto, sentir el poder y la fuerza de mi cuerpo pariendo, confiaba
plenamente en mi capacidad para hacerlo y esta vez tenía que ser así porque era
mi última oportunidad.
No
me terminaba de decidir por un parto en casa, es una cuestión de dos y a mi
pareja no le convencía del todo. En un parto debes estar en un lugar donde te
sientas segura, y estar acompañada por personas que estén seguras, para estar a
gusto y tranquila, y mi casa (por cuestiones personales que también me trabajé)
no era ese sitio.
El
caso es que por unas cosas o por otras, nuestra opción era el público, así que
decidí cambiarme al Hospital de Manises, donde me podía asegurar, más o menos,
algo diferente.
Lo
que realmente me preocupaba, más que dónde parir, era el ponerme de parto yo
sola, si me ponía yo sola sabía que al hospital llegaría en el último momento.
Siendo
yo psicóloga, hice un largo camino junto a mi Doula: reafirmar la confianza en
mi misma, en mi capacidad como mujer y como mamífera de parir, con
visualizaciones, del embarazo y el parto, trabajo intenso de “la niña herida”,
afirmaciones, relajaciones y hablar, y hablar y hablar… y divagar y divagar… y soltar, y soltar, y soltar… y
muchas más cosas.
Mientras,
en paralelo, iba gestando también mi
título como IBCLC (Consultora Internacional Certificada en Lactancia Materna),
todo un año estudiando, el examen en verano, y la nota un día después de salir
yo de cuentas, todo se juntaba demasiado y los nervios podían interferir.
Recuerdo
que nos colgaron la nota la noche anterior a la fecha prevista, los nervios de
esa noche fueron indescriptibles, Mónica pegaba botes mientras yo buscaba mi
nota y cuando la vi (“pass”), Javi (mi pareja) y yo éramos un mar de lágrimas,
había costado mucho llegar hasta allí.
Concha
llevaba mucho tiempo diciéndome que hasta que no supiera la nota, Mónica no
vendría, yo tenía que dejar todo zanjado para su llegada y estar a su entera
disposición… y así fue. Dos días después
de todo esto, cuando las hormonas del estrés y los nervios empezaron a mermar
Mónica dijo que era su hora…
Esa
tarde de sábado estuve ordenando la última habitación de la casa que me quedaba
por revisar, el despacho. Estuve escuchando música, me encontraba especialmente
bien y tranquila, todo estaba listo, al terminar le dije a Mónica acariciando
mi barriga, “ya lo tengo todo preparado cariño, ya sólo faltas tú”.
Así
fue, después de cenar, al tumbarme en el sofá, empecé a notar suaves
contracciones, ya me había pasado una noche y pensé que podría volver a ser una
falsa alarma, pero no, esta vez no paraban.
Empecé
a deambular por la casa, a limpiar la cocina, pasear, preparar la maleta,
pasillo arriba y abajo. Javi mientras dormía en el sofá, en su papel, estaba
presente pero sin interferir ni intervenir, él estaba tranquilo, confiaba en
mí, dejándome mi espacio para estar en intimidad, con mi parto, mi deseado
parto, cada contracción me hacía sentir que mi hija estaba más cerca.
Hubo
un momento en que me tumbé a su lado y descansé un par de horas, después de eso
las contracciones empezaron a ser más intensas. Cogí la pelota y empecé a mover
la pelvis, seguí paseando hasta que decidí que llegaba el momento de vestirme.
Las contracciones ya me obligaban a agacharme y mi cabeza empezaba a estar en
otro planeta, fue cuando Javi llamó a Concha, él registraba las contracciones,
duración e intervalos y mientras mi querida Doula me hablaba y me transportaba
a mi playa, la que durante meses habíamos estado visualizando, lo recuerdo como
entre sueños, era tranquilizador y relajante.
Empecé
a notar ganas de empujar, mi nena ya estaba aquí, ¡y yo en casa! Ya nos
teníamos que marchar. Por el camino cogía a Javi en cada contracción, no
recuerdo nada visual, sólo sensaciones, al llegar al hospital me reconocieron y
la matrona me dijo “¡Pero cómo no has venido antes!”, yo para mis adentros
pensaba “estaba todo planeado, no me hacía falta venir antes”, a los dos
empujones Mónica estaba encima de mí, enganchada a la teta.
Creo
que nunca voy a sentir nada igual, el empoderamiento que sentí al tener a mi
cría entre mis brazos, después de una experiencia tan bestial, animal, salvaje,
indescriptible con palabras. No necesitaba nada ni a nadie, yo podía parir
sola, me sentía con total confianza, no tuve miedo en ningún momento, sabía que
todo estaba bien. Mi tiempo junto a Concha había dado sus frutos.
El
paso de mi Doula por nuestras vidas ha marcado un antes y un después, vivir una experiencia de forma tan intensa
como yo viví mi parto, rompiendo mis propios moldes, tenía que dejar huella. Ha
sido una experiencia enriquecedora, no sólo el parto, sino todo el proceso de
acompañamiento durante el embarazo, de crecimiento personal, de empoderamiento.
A raíz del nacimiento de mi hija me enfrento a la vida desde otra perspectiva.
Por
eso Concha siempre va a formar parte de nuestras vidas, nos unen muchas cosas y
siempre hemos tenido un feeling especial, algo con lo que conectamos. Siempre
he dicho que para mí ella es LA DOULA, todo lo que representa, una mujer con un
bagaje, con una experiencia vital, conectada con la vida, con la tierra y con
el universo, madre de tres hijos y abuela de otros tres nietos a los que adora.
Además
no es casual que la vida le está llevando por el camino para el que está hecha,
“su camino”, lleno de experiencias, todas enriquecedoras, que seguro la
devienen en una mujer cada vez más sabia, si cabe
De
nuevo gracias Concha, mil veces gracias, siempre gracias. Te queremos.
Ruth
y Mónica".
¡Precioso relato¡. Enhorabuena Concha por ese trabajo tan bien hecho,debes sentirte orgullosa ,me alegro mucho por ti, y por supuesto felicidades también a esos padres tan valientes. Muchos besos guapa¡
ResponderEliminarPrecioso relato y preciosa experiencia. Enhorabuena a las tres.
ResponderEliminarUna vez conoces a Concha de das cuenta de que todo esto que cuentas es posible, su tranquilidad, su entereza, su manera de decir las cosas...
ResponderEliminarYo al igual que tu Ruth tuve dos partos provocados y me gustaría si tengo al oportunidad de un tercero que fuera de la mano de Concha.
Enhorabuena Ruth y enhorabuena Concha!!!
Besos.
Las auténticas protagonistas han sido Mónica y su madre, Ruth. Desde la voluntad, la conciencia y un profundo Amor han llegado a este desenlace feliz. Yo he sido una herramienta en sus caminos.
ResponderEliminarGracias a las tres por la generosidad de vuestras palabras.
Un abrazo (para cada una)
Fui testigo del embarazo, del acompañamiento, del momento "nota del examen IBCLC" y cuando el parto comenzó, lo seguí desde un segundo plano, y me emocioné al ver la diferencia con los dos partos anteriores.
ResponderEliminarQué bonito trabajo hicisteis las tres, Concha, Ruth y Mónica. ¡enhorabuena!
No hace falta añadir nada más. Eres testigo de los resultados...
EliminarUn abrazo, amor mío.