El nacimiento de Pau y el parto acompañado de su madre.

                                                                                                                                 


Finalizo la Semana Mundial de la Doula compartiendo este relato de parto que la mamá, pasados más de tres meses del nacimiento de su bebé, me ha enviado con este propósito.

Antes, quiero comentar que Mariona es madre soltera por elección, es científica y trabaja fuera de Valencia en varios proyectos de investigación. Tenía muy claro que quería ser madre y se puso a ello. Contactó conmigo a mitad de su embarazo. Desde el primer momento supimos que el acompañamiento se iba a producir…


“Mi parto, el nacimiento de mi hijo, comenzó un viernes a las 12 h de la noche, dos días después de su fecha prevista. Como si se hubiese querido esperar el fin de semana. Acababa de apagar la luz después de leer una novela en la cama, y allí vino la primera contracción. A la vez un pequeño “crack”, rotura de la bolsa, pero solo un poco, lo justo para acompañarme con pequeños chorros cálidos durante todo el parto. Pasé las siguientes horas en el salón, andando, sentada, tumbada, mientras las contracciones iban y venían, cada vez más fuertes. En la tele, el campeonato de patinaje sobre hielo de las olimpiadas. Mientras intentaba adaptar mi respiración al son de la música, mi barriga hacía su propia coreografía.

Hacia las 6 h de la mañana acudí al hospital. Concha, mi doula, me esperaba allí. Me asignaron una habitación y al cabo de un rato hasta trajeron el desayuno, del cual yo no toqué ni un bocado, por la náusea que me invadía después de cada contracción.
Un tiempo después me llevaron a monitores, a la sala común. Creo que a la chica embarazada que estaba allí, de visita rutinaria, se le puso la cara blanca cuando me vio. Hay cosas que mejor no ver antes de tener tu parto... 
Conclusión del monitor: la cosa está muy poco avanzada, te enviaríamos a casa si no fuera por la bolsa rota, tu hijo no nacerá hasta esta noche (con lo que sí acertaron), quizás habría que darte oxitocina ahora mismo...

Sin embargo, al cabo de poco, ya en la sala de dilatación, estaba de 3 cm. Y allí pasamos el día, Concha, mi bebé, y yo. Sí, en ese momento me pareció la vida entera... ahora en cambio, lo veo como un momento fugaz y precioso que siempre tendrá un lugar privilegiado en mi corazón, ese diálogo entre mi hijo todavía no nacido, y yo, que no era madre todavía...externamente.

Lo mejor fue la presencia de Concha, la luz en un camino largo, a veces estrecho, empinado y lleno de piedras.

Lo peor, las constantes monitorizaciones, que me obligaron una y otra vez a estar tumbada, en posiciones en las cuales yo no tenía fuerza para hacer el mínimo movimiento, observada por los dos sensores pegados a mi vientre, uno de color rosa y otro de color azul, parecía que se reían de mí.

En esa sala, yo me desdoblé en dos, la Mariona física, dentro del cuerpo, unida a la tierra, que vivía el dolor y no pensaba, solo sentía. Y la Mariona racional, que veía todo desde el exterior, fijándose en todo, para no perder un solo detalle de este momento tan valioso. Y mientras una Mariona sufría, gritaba y sudaba, empapada de líquido amniótico, deseando parir ya, la otra, serena, la animaba y tranquilizaba

“Ha dicho que vaya a la ducha... es imposible que llegue hasta allí, duele demasiado... claro que llegarás, poco a poco, te sentirás mejor… ¿Sentarme en la pelota? Imposible... sí, tu puedes… ¡Uiii!, me está viendo el culo medio hospital, a ver si me tapo... pero qué más da el culo si duele tanto… El móvil, donde está, tengo que avisar a mis padres... ¿tengo padres?... creo que Concha me lo va escondiendo para que no me distraiga con él… Un tacto, no puede ser, voy a gritar a la matrona que ni se le ocurra, esa zona no se puede tocar... no sirve gritarle, lo va a hacer de todas formas... Es injusto, ella toca a mi hijo y yo no... ¿tiene pelos en la cabeza, o es calvito? ¡pero qué mareo y qué náuseas… ! ¿Cómo puede ser que Concha no haya comido nada? estará muerta de hambre…ahora no hay contracción respira y duerme un poco... ¡pero si duele todavía!… Sí, Concha, vete a cenar tranquila... ¿pero ¿cómo le dices que se vaya, si me voy a morir en cualquier momento?"                                                                                                                           

Los 3 cm se convirtieron en 4, en 5, en 6 y en 7,  a centímetro por hora. Un parto de libro según Concha. Y allí la cosa se atascó. Por tener que estar tanto tiempo tumbada, parece. De 7 a 8 cm pasaron tres horas. Yo estaba cansadísima. Probé el óxido nitroso, pero como si fuera aire. Discutí con la matrona si tomarme un calmante, pero llegamos a la conclusión de que no. A los 8 cm me empezaron a dar oxitocina, serían las 19  o 20 h de la tarde, entonces. Subiendo la dosis poco a poco, de 6 a 12 y de 12 a 18. Me estaba quedando afónica de gritar, ¡¡Ahhhhhhhhhh!!  ya todo me parecía una única contracción. “Qué bien, contracciones productivas”, me animaba Concha. “¿Eso significa que las otras eran para nada, tanto dolor?”, pensaba yo.
Llegué a 9 cm, y para entonces parecía que el bebé ya estaba sufriendo, así que al final me llevaron al quirófano. Para hacer un análisis del ph en la cabecita …” tendrás que estar 5 minutos quieta… ¿cómo?, eso es completamente imposible… es que estos análisis lo hacemos normalmente con epidural… ¿pero para qué me lo dice? ”… yo estaba acojonada…” ya no puedo más”, le decía a Concha “Entonces es que vas a parir pronto” decía ella. Y tuvo razón, cómo no.

En el quirófano apareció un ángel de la guarda en forma de ginecóloga con mucha habilidad. “Pero si está la cabeza aquí, con un poco de esfuerzo tu hijo sale en un momento”. Y así sucedió, con ayuda de una ventosa, yo empujando con todas mis fuerzas, y seis manos por allí abajo, el bebé salió, casi disparado.

Y cuando me lo dieron a los 5 minutos, todo cambió como de la noche al día: ningún dolor, solo felicidad, y una infinita incredibilidad de que algo tan perfecto había salido de mi vientre.

El parto fue duro y largo, pero para mí ha sido el mejor parto del mundo, porque en él nació mi hijo, precioso. Eso sí, tener un acompañamiento de una persona con experiencia, una doula, fue esencial.
Sin ella, la vivencia habría sido muy diferente, de eso estoy segura".


DOS NOTAS:
1. ¡Prometo que no le escondí el teléfono!
2. Aunque sí que nos hicimos una fotografía los tres juntos al día siguiente del nacimiento, no la comparto por expreso deseo de Mariona.
Concha.

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