¿Te
has preguntado alguna vez eso de “si lo hubiera sabido antes”? Pues sí, hay
cosas que una descubre cuando está embarazada y que lamenta no haber estar
informada con anterioridad.
Te
voy a contar, desde las vivencias que me ha dado la Vida y los acompañamientos
que he realizado, unas cuantas situaciones que puedes evitar si antes te haces
las preguntas y hallas las respuestas.
1. De entrada, te voy a decir que ser madre es una opción muy personal. O
debería de serlo. Que no tienes que ser madre porque “se te pasa el arroz”
o porque tu pareja quiere tener hijos (y a ti te da igual), o porque quieres
tener alguien que te cuide cuando sea mayor, o porque todas tus amigas tienen
niños y tú no... La maternidad es un estado que dura toda la vida y por tanto considero
que debe de ser una elección meditada y consensuada con tu pareja y padre (o madre) de la criatura, si la tienes.
Porque te va a cambiar la vida, quieras o no. No diré que, a mejor, ni a peor, simplemente que
cambia. Y mucho.
En
una ocasión escuché decir a una persona muy apreciada por mí que “se
ha idealizado la maternidad y se ha institucionalizado la soledad”. Y no es que quiera asustarte, para
nada, sino que ésta es una realidad demasiado habitual.
2. Sigamos. Supongamos que ya has decidido ser madre
y conscientemente te pones a la búsqueda de tu embarazo. Hay quien lo consigue
enseguida y hay quien tarda un tiempo. Has de saber que se considera normal hasta un año y dependiendo de tu edad (no es lo
mismo tener 25 que 39 años). Si en ese tiempo no te has quedado ha llegado el
momento de que acudas a tu médico para ver qué puede estar pasando. Y si hay
problemas solucionables, a por ello.
Desde
mi experiencia personal y para muchas mujeres, el embarazo es un momento ¡de
diez meses lunares! de plenitud, de hecho, hay quien dice que es el mejor estado en que se puede encontrar una mujer. Sin
embargo ello no quita que para algunas mujeres, por molestias físicas y/o
emocionales, no puedan disfrutar de su situación. Quiero tranquilizarte
diciendo que las molestias físicas son fácilmente solucionables. Habla con tu
persona sanitaria de confianza y pon remedio. Las otras, las emocionales,
también tienen solución y para ello hay que ser consciente de que algo no
marcha bien. Busca ayuda profesional,
seguro que vas a encontrar quien te comprenda, quien te escuche y quien
te acompañe durante ese tránsito.
3. Conforme el embarazo pasa, tus sentimientos pueden
ser muy cambiantes. Igual estarás triste que muy alegre, igual lloras que no
tienes ganas de nada… ¡normal! Tus hormonas están en un baile continuo. Solo
tienes que escucharte y bailar al son que toquen.
Aunque
no soy de dar consejos, sí te diré que es el momento de informarte de qué
quieres para tu parto y para el nacimiento de tu bebé. La información es poder. Saber qué está pasando en tu cuerpo, saber
cómo vive el bebé intrauterino su crecimiento, saber que puedes elegir cómo,
dónde y con quien parir te va a dar
seguridad y tranquilidad, lo que aumentará tu confianza en el momento que vives
y en el proceso que se avecina. Y ten presente que tú y tu bebé sois los auténticos protagonistas de esta historia.
Ni el padre, que ha de ser un acompañante respetuoso en tus elecciones. Ni la matrona. Ni tu Doula.
4. Es momento de decidir si quieres parir en casa o
en un hospital, y en este caso informarte de los “protocolos” y preparar tu particular plan de parto con
el fin de que se respeten tus decisiones, sean las que sean.
Rodéate de un buen ambiente. Evita conflictos y
malos momentos. En nuestra cultura
occidental no se valora a la mujer embarazada como se merece. En cambio, en
culturas más antiguas como las orientales, la mujer es protegida incluso de las
malas palabras:
“La madre no debe mirar con ojo torcido, sus oídos
no deben de escuchar cosas feas, su boca no debe pronunciar malas palabras,
ella no debe permitir que la excitación o el enfado la distraigan, o que las
preocupaciones se apoderen de ella” Zhubbing Yuanhou Lun
Ves conformado ya tu tribu. Júntate con otras mujeres en tu mismo estado de
manera que puedas comentar con ellas lo que cotidianamente vas sintiendo. Vivir
la maternidad acompañada de personas que comparten ideas y sentimientos es
tener un tanto importante a favor.
Comunica a tus familiares cuáles van a ser tus
deseos respecto al momento del parto y en cuanto a lo que quieres que no hagan con tu bebé. También a tus
amigos. El tema de las visitas, por
ejemplo, es algo que apenas se le da importancia y que sin embargo acarrea
conflictos tanto a la madre como al bebé, incluso a la relación de pareja. Más
vale que lo hagas con tiempo ¡quien avisa no es traidor!
Y toma consciencia de cada momento que pasa, comunícate con tu bebé intrauterino, procura
estar en armonía con tus emociones y cuando menos te des cuenta, llegará el
momento del parto… y de eso hablaré en la próxima ocasión.
¡Que
seas feliz y comiences a vivir tu maternidad con buen paso!
“En
el primer mes es como una perla de rocío,
En el segundo mes es
como una flor de melocotón,
En el tercer mes se
diferencia entre un niño y una niña,
En el cuarto mes la
apariencia del cuerpo está completa,
En el quinto mes se
forma los músculos y los huesos,
En el sexto mes
aparece pelo en el cuerpo y en la cabeza,
En el séptimo mes el hun hace que el niño pueda mover la mano
izquierda,
En el octavo mes el po hace que el niño pueda mover la mano
derecha,
En el noveno mes el
cuerpo da tres vueltas,
En el décimo mes
recibe el qi en abundancia”
(Qipolun, siglo 12 EC)
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